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SEGURITECNIA Septiembre 2014 65 Opinión Las sentencias condenatorias, tanto en vía civil (indemnizaciones) como penal (penas de prisión, multas, inhabilitacio- nes), que se han ido dictando desde los años noventa del siglo pasado contra guías benévolos y guías profesionales han hecho que no sólo se generalicen los seguros de responsabilidad civil y de accidentes, sino también que haya una creciente preocupación por los sistemas de gestión de riesgos y emergencias que tienen las empresas de turismo activo; a fin de evitar, lógicamente, que los clientes sufran accidentes, así como que la em- presa y su personal se vean sometidos a la incertidumbre de un proceso judicial. A esta preocupación se suma, como con- secuencia de los recortes en los presu- puestos públicos, el cobro de los rescates y, según se está viendo ahora en Aragón, los costes de asistencia sanitaria y hospi- talaria derivada de accidentes en mon- taña; costes éstos que son mucho más elevados que el coste del rescate, incluso helitransportado. En España, nos guste más o menos, ha calado rápidamente la cultura litigiosa que predomina en Estados Unidos. Aun- que los jueces españoles no son tan pro- clives a conceder indemnizaciones mul- timillonarias como los estadouniden- ses, no conviene perder de vista lo que ya está ocurriendo al otro lado del Atlán- tico. El Tribunal del Distrito de Connecti- cut dictó, el 27 de marzo de 2013, la sen- tencia que resolvió el caso Cara Munn versus The Hotchkiss School , en el que una joven de 15 años sufrió, en el momento del accidente, una encefalitis vírica como consecuencia de la mordedura de una garrapata durante un viaje de estudios al noreste de China; concretamente en una excursión al Monte Panshan (Tian- jin). Además del largo proceso de reha- bilitación, Cara sufre una parálisis par- cial que le impide hablar, comer, beber o controlar la saliva. El colegio fue con- denado a indemnizar a Cara con un to- tal de 41,7 millones de dólares, y la mayor parte (31,5 millones) fue por daño moral. E l 24 de julio de 1821 se fun- daba la Compañía de Guías de Chamonix. Uno de sus pilares fundacionales, y que todavía hoy man- tiene, fue la Caisse de Secours , un fondo solidario al que cada guía aportaba un porcentaje de lo que cobraba por sus jornadas de trabajo, a fin de ayudar a los familiares de los guías fallecidos en accidentes de montaña. Era un sistema de asistencia social propio del mutua- lismo y de los gremios medievales, que se ponía en marcha cuando todavía no había nacido en Europa lo que co- nocemos como Seguridad Social. Lo que quedaba claramente de manifiesto desde sus orígenes era que la protec- ción de los guías constituía un valor incuestionable y que esto había moti- vado la misma fundación de la Compa- ñía de Guías de Chamonix. En la actualidad, la vieja profesión de guía de montaña ha visto nacer otras actividades y profesiones que en oca- siones comparten su terreno de juego. Bajo la denominación de turismo ac- tivo, se recogen muchas actividades di- ferentes, desde el barranquismo, el alpi- nismo y el senderismo, pasando por el esquí, los paseos o travesías a caballo o bicicleta, hasta el rafting , el puenting , el kayak de mar, el coasteering , o el buceo deportivo. En cualquier caso, los profe- sionales y empresas que venden tales servicios, además de ofrecer a sus clien- tes experiencias inolvidables, están ven- diendo un nivel de seguridad adecuado al riesgo de la actividad. Protección fí- sica a la que, por otra parte, les obliga la legislación de consumidores y usuarios y, en casi todas las comunidades autó- nomas, también la misma normativa es- pecífica de turismo activo. Pedro Carrasco Jiménez Gerente de la Asociación Nacional de Empresas de Turismo Activo (ANETA) Alberto Ayora Hirsch* Teniente coronel del Ejército de Tierra, Escuela Militar de Montaña y de Operaciones Especiales Gestión de riesgos y turismo activo * Alberto Ayora es autor de Riesgo y liderazgo. Cómo organizar y guiar actividades en el medio natural. Editorial Desnivel.

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