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7 SEGURITECNIA Mayo 2018 Editorial “Ser lo que soy, no es nada sin la Seguridad” (Shakespeare) S eis años y medio después de declarar el cese definitivo de las armas, ETA anunció el 4 de mayo su di- solución. Los terroristas Josu Ternera y Soledad Iparraguirre formulaban su última sentencia de muerte, la de la propia banda, mediante un comunicado que servía de vergonzoso epitafio a sesenta años de asesinatos y actividad criminal. Ni una sola mención a las miles de víctimas de su abominable pasado, entre las más de 850 personas asesinadas, los casi 7.000 heridos, los casi 90 secuestrados y los innumerables ex- torsionados. Ni un solo atisbo de arrepentimiento o voluntad de resarcir a la sociedad de su dolorosa trayecto- ria. Nada. Solo un manifiesto reprobable con el que no han hecho más que certificar la realidad: que la banda de la serpiente y el hacha estaba ya hace tiempo acabada. ETA ratificó hace unas semanas su final, pero no han sido los terro- ristas quienes han puesto punto y final a su historia. El Estado en ge- neral y la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, así como la del ahora Centro Nacional de Inteligencia, en particular, han aplastado a los miserables que han formado parte de las filas de la organización. Razón por la cual no es momento de valorar concesio- nes, sino de dar nuevamente el protagonismo a las víctimas, de recor- dar que su muerte fue fruto de la intolerancia y el odio. El Estado ha- brá de ser quien imponga las condiciones del final de la organización terrorista. La labor de los agentes de la Policía Nacional, de la Guardia Civil y del resto de cuerpos de seguridad que durante décadas han luchado por acabar con los terroristas, muchos de los cuales perdieron la vida en ello, merecerán siempre el agradecimiento de todos los españoles. Igualmente lo merecen los escoltas, algunos de los cuales también murieron desempeñando su labor de protección de quienes estaban señalados en la diana de ETA poniendo la vida de su protegido por delante de la propia. Y junto con ellos los políticos, jueces, seguridad privada y de- más agentes sociales que han contribuido a que sesenta años después de su creación la banda terrorista reco- nozca su derrota. Y la sociedad que se ha movilizado durante años por repudiar a quienes han apoyado o justi- ficado la acción de los violentos. El fin de ETA ha sido parte de todos. Pero es momento también de recordar que no todo ha terminado; el capítulo de ETA no se ha cerrado com- pletamente con su manifiesto. Aún quedan crímenes por aclarar y terroristas que viven en libertad sobre los que debe caer el peso de la Ley, tanto los que asesinaron directamente como sus cómplices. Por lo que cual- quier debate que no se dirija a que ETA confiese todos sus crímenes, contribuya a esclarecer los que están por resolver, muestre un arrepentimiento sincero y contribuya a compensar el dolor puede esperar. Es sencilla- mente una cuestión de justicia. Vaya desde estas páginas nuevamente el reconocimiento de Seguritecnia a todas las personas que contribu- yeron de una manera u otra al fin de la banda terroristas ETA, y sobre todo a las víctimas del sin sentido del te- rrorismo. El fin de ETA ETA publicó hace unas semanas su final, pero no han sido los terroristas quienes han puesto punto y final a su historia, sino el Estado en general y las FCSE

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