Seguritecnia 334
44 SEGURITECNIA Octubre 2007 S EG63*%A% E/ E /T*%A%ES ' */A/$*E3AS Diez teclados de cajeros falsificados con los modelos de distintos países, trece copiadoras de bandas magnéticas y siete frontales de cajeros con microcámaras incorpo- radas (para filmar el tecleo del PIN), todos ellos posible- mente fabricados en Bulgaria y adaptados después a los distintos modelos de cada país; miles de euros y tarjetas preparadas para recibir los datos de las captadas, dos pis- tolas semiautomáticas provistas de silenciadores que es- tán siendo analizadas por Policía Científica como sos- pechosas del asesinato por encargo de otros delincuen- tes, sellos de la ITV y otros útiles para la falsificación de documentos que ofrecieran cobertura legal a los vehícu- los que robaban en distintos países europeos y que luego vendían en Bulgaria y otros países vecinosy (Paradójicamente, al solicitar el preceptivo manda- miento de entrada y registro en el piso, el titular del juzgado lo ha- bía denegado ar- gumentando “y la hora ya noc- turna en que nos encontramos <las 20:30> y la con- siguiente alarma para el resto de los convec i nos allí residentesy”. Gracias a la pro- p i a a u t o r i z a - ción emitida por los detenidos, se pudo entrar en la vivienda. Pero no acabaron ahí los problemas. Al solicitar a otro juzgado autorización para enviar a Policía Científica el segundo vehículo de los de- lincuentes (habían huido en otro con la misma matrí- cula), la instancia judicial denegó la petición con el con- tundente argumento de que “es un espacio de intimidad personal”. Finalmente, otro juzgado autorizó la petición). 5na de ni×os rumanos También los niños tienen su triste protagonismo en es- tas nuevas formas de agresión. No hace muchas semanas causaron una notable alarma en Madrid al encontrar un burdo pero ingenioso sistema para apoderarse del dinero de los usuarios de los cajeros automáticos cuando éstos se disponían a sacar dinero de sus cuentas a través de es- tos autómatas. La secuencia era tan burda como efec- tiva y se ponía en marcha cuando el desprevenido cliente se acercaba al cajero, introducía su PIN y elegía la opera- ción de sacar dinero. E n e s e mo - mento, dos o tres menores de nacio- na l idad rumana se acercaban a su víctima y tras co- locar unos pape- les encima del te- clado uno de ellos le pedía su firma a favor de los in- migrantes o cual- qu ier ot ra pue- ri l excusa, mien- tras otro actuaba sobre la cantidad del dinero a solici- tar que mostraba la pantalla del au- tómata, tecleando 00 ʱ; una vez con el dinero en su po- der, pies para qué os quiero ante la confusión del usuario del cajero que durante un buen rato se preguntaba qué estaba ocurriendo. Nuevas y eficaces actuaciones de seguridad sobre los cajeros para erradicar estos hurtos han desplazado a los grupos de menores (que en realidad son ejecutores de los planes de adultos de la misma nacionalidad que los or- ganizan y mueven por las ciudades en autobuses) a otras zonas de la geografía española menos alarmados que la capital madrileña, para proseguir en su objetivo de con- seguir botines de miles de euros en una sola jornada. En plena elaboración de estas líneas, el correo nos vuelve a la dura realidad de lo que, en algunos aspectos, se ha convertido en la picaresca de los cajeros automáti- cos. Una clienta reclama a la entidad financiera el reem- bolso de 600 euros porque mientras se disponía a ope- rar en el cajero se le ha acercado un individuo que, tras cogerle la tarjeta, la ha frotado contra su manga asegu- rando que debía estar rayada (sic). Al recuperar lo que creía que era su tarjeta e introducirla en el cajero, asistió incrédula al bloqueo del rectángulo de plástico que algu- nos minutos después una empleada le aclararía que no se trataba de la suya y que alguien acababa de sacar 600 euros en otro cajero próximo y esta vez con su auténtica tarjeta. A lo largo de los años, los cajeros automáticos han sido el medio financiero que más imaginación ha despertado en los delincuentes. Actuaciones como el bloqueo del re- ceptáculo de recogida del dinero solicitado por los usua- rios para posteriormente apoderarse del mismo; tarje- tas válidas a las que se les acoplaba largas tiras de plás- tico que permitían repetir una y otra vez la extracción de ,as diferencias entre el Billete falso arriBa Y el autÏntico aBaJo no son apreciaBles a simple Vista !dVertencia a las entidades financieras
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