Seguritecnia 338

118 SEGURITECNIA Febrero 2008 DE SICUR A SICUR éstos el deseo de solucionar los problemas de la seguri- dad privada y sus profesionales, cosa que me causaba ex- trañeza, pues estos duendecillos son los guardianes del texto de la Ley de Seguridad Privada y no la entienden como una herramienta para mejorar la seguridad pú- blica, si no como un fin en sí mismo, llenando las men- tes de esos altos funcionarios y políticos de paradigmas legales y elucubraciones, a los que hacen llegar con una impecable argumentación jurídica al absurdo absoluto, a la pérdida total de la orientación. Había muchos temas que podrían causar mucho daño a los duendecillos y eso me inquietaba. Por ejemplo, las cua- lificaciones profesionales, que sólo habían sido tratadas con el rigor que merecen por el Guarderío y la Guardia Ci- vil, se atragantaban ahora a estos seres que veían como una importante parte de su tesoro pasaba a control de otra administración, y se resistieron hasta que las hadas que habitan en los tribunales, y concretamente en los de Eu- ropa, les empezaron a poner los puntos sobre las íes. Parece que, desde el Ministerio, los políticos quie- ren que se agrupen las fuerzas. Grandes son los enemi- gos y sumando los esfuerzos multiplicaremos resultados, pues en este campo de batalla queda poco lugar para los duendes . Aquí, para este cometido, se precisan hombres y la policía manda caras nuevas, a nuestras asociaciones hermanas les cambian a un ascendido José Manuel Be- navides , buen amigo, por un José Luis Prudencio que, si bien nos asustó en su primera intervención en un foro GC, ha demostrado ser un áureo interlocutor de excep- cional talante . La Guardia Civil hace el llamamiento a la colaboración y los Guardas acudimos planteándole a José Ignacio La- guna los miles de problemas que nos aquejan, pero ante todo que donde estemos y cómo estemos, en cada uno de nosotros tienen los ojos, los oídos y el corazón de un Guardia Civil y ahí ve el Guarderío lo que es un general; poco a poco, los problemas van siendo menos. A la direc- ción del Seprose se incorpora Luis Ubierna , que se está distinguiendo como corazón y motor imparable de estu- dios y soluciones a cuantas inquietudes nos asaltan. El peligro, para nosotros, no sólo se llama inseguridad. Los duendecillos se han escapado y amenazan entrar a la casa de nuestros ahora colaboradores-tutores. Me tran- quiliza la reunión con el general Ramos . El Seprona – fundamento de la operativa de campo para los guar- das- no ha visto ninguno y seguimos viendo antes la cara del amigo y del compañero de labor que el color del uni- forme, pero ahí acechan y los duendecillos se cuelan en la Icae e intentan desarmarnos. Dos frentes abrimos en el Ministerio, donde reconozco a Rafael Ferrera como amigo de los Guardas y persona de orden en los campos. Pero sí, allí pueden estar los duendecillos que nos ace- chan y la otra visita a José Luis Bayona , el jefe de la in- tervención central que, efectivamente, lucha contra los duendecillos y en favor de los que tenemos que cooperar con el orden en los campos. Enfadados los duendecillos del Ministerio, se revelan, ya no quieren hacer la modificación que promovían y las hadas de los tribunales europeos se aprestan a la afrenta. Fíjense que magnitud, cómo será la cuestión, que al final el Ministerio, de convocar al sector para modificar una Ley y arreglar los problemas que a todos nos aquejan y aún teniéndolo hecho, termina dejándonos tirados y ha- ciéndose una modificación para solucionar su problema particular de espaldas y sin hacer caso de ninguna orga- nización del sector ¡Cómo los habrán confundido tanto! ¡Qué sinvergüenzas! ¡Malditos duendecillos ¡ Entre tanto, a los Guardas nos dio tiempo a agrade- cer su apoyo a dos valedores de excepción, Juan Manuel García Cercadillo (ex coronel Seprose) y Francisca Ma- ría Arbizu (directora Incual), a los que público y eterno ha de ser el reconocimiento de los Guardas por que, gra- cias a su ayuda, eterna es nuestra vocación de ser. A esto que otro interlocutor entra en el juego. La Ge- neralitat ha tomado las competencias en seguridad pri- vada para el territorio catalán, y raudo me voy a com- probar que los duendecillos no estén instalados en esos lares, Carles Castellanos me asegura que no. El respon- sable de Seguridad Privada de los Mossos d’Esquadra no ha observado ninguno de estos diablillos y me asegura que en su nueva responsabilidad ha de primar la seguri- dad de los catalanes, siendo de segundo orden las elucu- braciones legales ajenas, pues ellos tendrán su criterio. Respiro esperanzado y deseoso de comparar el resultado en “índices delincuenciales”. De la esperanza a la bendita ilusión sí es mucho lo que el general Laguna (entrado en segundo plano salvo en nuestro corazón) hizo por nosotros, y aunque siempre se lamentaba -“me pides la luna, pero hay que ir poco a poco”- su sucesor, Atilano Hinojosa Galindo nos presta un importantísimo apoyo que recibo en forma de colleja y que parece querer decirme: “Hemos dicho que a cola- borar, ¿no? Pues ya tardas ¡vago!” Y nos ponemos las pi- las y fruto de la coordinación en los servicios y de las ha- das de los tribunales, en este caso españoles, hoy tengo una sentencia en mis manos, que mucho dará que hablar, en la que los jueces reconocen que el Guarda, cuando si- gue instrucciones de la Guardia Civil, es agente de la au- toridad y policía judicial, escapándonos del férreo mar- caje de los duendecillos , a los que pocos pedazos de ley les quedan para malmeter, y trascendiendo así la impor- tancia del personal de seguridad privada de su propia re- gulación, clara muestra de que ésta es un obsoleto lastre para los profesionales y para el interés general que exige

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