Seguritecnia 353
Artículo Técnico 121 SEGURITECNIA Especial Mayo 2009 misos de acceso de una llave o comprobar los eventos de acceso de un usuario deberá ser tan sencillo como ejecutar un comando en nuestro propio PC o PDA. Sin embargo, y a pesar de toda esa tecnología, las cerra- duras deberán poder instalarse en cualquier lugar, en el in- terior de un edificio o a la intemperie, sobre un vallado o en un rack informático, con las mismas herramientas y cualifi- cación necesarias a la instalación de sus equivalentes me- cánicas. No deberá ser necesario mantenimiento específico de las cerraduras, ni visitas de programación o sustitución de baterías. La energía necesaria para el funcionamiento deberá ser suministrada por la propia llave de usuario. Integración de sistemas En grandes sistemas en los cuales convivan tecnologías de control de acceso online (habitualmente basadas en me- dios de identificación con formato de tarjeta), con tecnolo- gías stand alone no cableadas y que utilicen llave electró- nica, deberá ser posible la integración de ambos sistemas, como mínimo de sus bases de datos de eventos. De esta forma, el responsable de seguridad podrá efectuar con- sultas únicas que den como resultado el informe de acti- vidad de un usuario o grupo de usuarios sobre cualquier punto de control de accesos, sea este un lector cableado o un cilindro electrónico autónomo. El usuario reclama trazabilidad total del movimiento de personas en sus instalaciones. Los datos generados po- drán ser estudiados en caso de incidencias o, aún mejor, serán siempre metódicamente analizados con modernas técnicas de data mining y utilizados como herramienta de inteligencia empresarial y ayuda a la gestión. Posiblemente, desde un punto de vista industrial o ar- tesano, el primer dispositivo de seguridad en la historia fue una cerradura. Algunos datan este acontecimiento hace 4.000 años en China. Evoluciones 2.000 años poste- riores realizadas en Egipto fueron la base sobre la que Li- nus Yale patentó en 1848 el cilindro mecánico de pitones. Ya en 1861, Linus Yale Junior modificó el diseño de su pa- dre. Cualquiera que haya tenido la oportunidad de ver este diseño coincidirá conmigo en su extraordinario pare- cido con las cerraduras mecánicas actuales, utilizadas hoy en día en viviendas, edificios de oficinas, agencias banca- rias, etcétera. Las llaves mecánicas planas, en España habitualmente consideradas de antemano como “de seguridad”, nacieron con la patente del suizo Fritz Schori en 1934, dos años antes del comienzo de nuestra guerra civil. La hora del cambio ha llegado, al menos para las cerra- duras clasificadas como de seguridad. Y en estos tiempos de tecnología IP, integración de sistemas o reconocimiento biométrico, debemos recordar que el nivel de seguridad global de una instalación es igual al de su punto más débil y muchas veces este punto es una vieja cerradura. La entrega de una llave mecánica supone un permiso de acceso 24 horas al día, 365 días al año. Su pérdida o robo significa la necesidad de cambiar todas las cerraduras sobre las cuales la llave descontrolada mantenía jerarquía, siempre que queramos mantener el nivel de seguridad, por supuesto. Pretender que otros sistemas de control paralelos (videovigi- lancia, sistemas de intrusión) compensarán este fallo de se- guridad en el cien por cien de los casos es un error Además, no podemos olvidar que otro problema de los sistemas mecánicos de cierre reside en su inflexibilidad. Las organizaciones empresariales de hoy en día son cambian- tes, su evolución es continua y los movimientos de perso- nal, espacial y funcionalmente, constantes. La moderna ad- ministración de los derechos de acceso no puede basarse en sistemas mecánicos rígidos. Puntos de acceso Por otra parte, no parece posible confiar la totalidad de los puntos de acceso de una organización a los sistemas de control electrónico de acceso al uso, basados en tarjetas de identificación, lectores cableados y cerraduras electromag- néticas. De un lado, las inversiones en la necesaria infraestructura de cableado de alimentación y datos que requieren estos sistemas, su dependencia de fuentes de alimentación ex- terna, así como su extrema necesidad de un entorno favo- rable, hacen bastante improbable la implantación integral de este tipo de sistemas siquiera en un 25 por ciento del total de puntos de acceso de una organización. El usuario final ya ha decidido: prefiere la flexibilidad, tra- zabilidad y facilidad de gestión de los sistemas de cierre electrónicos, pero no renuncia a la sencillez de instalación, mantenimiento y utilización de las cerraduras mecánicas tradicionales. Ahora, la industria debe dar la respuesta. Siguiendo el razonamiento, el consumidor final quiere administrar sus accesos de una forma sencilla, con las faci- lidades de Internet y de las redes informáticas corporativas, tal vez utilizando su propio teléfono móvil. Anular los per-
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