Seguritecnia 358
56 SEGURITECNIA Noviembre 2009 Artículo Técnico Esos hombros elevados y esa man- díbula apretada apenas se mantenían unos instantes en nuestro antepasado, cuyo cuerpo “quemaba”, en un súbito sobreesfuerzo, la sobredosis hormo- nal que la situación inesperada le había provocado, volviendo luego su cuerpo a la normalidad. Sin embargo, en la ac- tualidad, nuestros hombros permane- cen elevados durante toda la jornada la- boral, sin que tan siquiera nos demos cuenta, provocando dolorosas contrac- turas, y nuestra mandíbula permanece apretada, incluso, mientras dormimos. Consecuencias Desgraciadamente, no terminan aquí las consecuencias del estrés que el ám- bito laboral puede generar. A modo de recordatorio podemos citar que en el aparato digestivo se pueden provo- car indigestiones, colitis, úlceras e in- testino irritable; en el aparato respirato- rio, sensación de ahogo, hiperventila- ción, asma…; al sistema cardiovascular le provoca hipertensión, arritmias, angi- nas de pecho, infartos…; en el sistema musculoesquelético se da dolor de es- palda, contracturas, bruxismo…; en el sistema endocrino (regulación del sis- tema hormonal), hipoglucemia, diabe- tes, hiper o hipo tiroidismo…; en el sis- tema reproductor y sexual, disminución les, como la carótida y la yugular, y pre- parando los brazos para golpear, blo- quear o agarrar. Esto es algo que los practicantes de artes marciales y de de- portes de combate saben muy bien. - “A mí me duele toda la espalda, pero el traumatólogo no me encuentra nada” - afirmaba otro de nuestros alumnos. Lucha y tensión Volvamos a la lucha y a los deportes de combate. Cualquier boxeador o kic- kboxer es consciente, porque así se lo han enseñado, que la boca debe man- tenerse cerrada y la mandíbula tiene que formar un bloque lo más com- pacto posible. Un golpe fuerte en esa zona, por su clara conexión neuroló- gica con el cerebro, puede suponer un K.O. deportivo en la actualidad, y an- taño, en un combate, la muerte. Nues- tro organismo lo sabe y hace que, ante situaciones de tensión, los dientes es- tén permanentemente apretados , lo que provoca el llamado bruxismo -que se manifiesta incluso de noche, al dormir, a través del rechinar de dien- tes- y que puede derivar, según vie- nen manifestando en los últimos tiem- pos fisioterapeutas y traumatólogos, en fuertes dolores de espalda, por raro que pueda parecer. peradas y casi desbordadas nuestras ne- cesidades más básicas, tener cuerpo y mente alineados y en equilibrio, para de- sarrollarnos en ésta pingüe sociedad? ¿Por qué no llegamos a disfrutar plena- mente de nada? ¿Por qué nos hemos vuelto cortoplacistas e incapaces de pos- tergar nuestras recompensas o de luchar por nuestros objetivos? ¿Somos, de ver- dad, incapaces de sentir placer por el mero hecho de vivir, de trabajar? Todo ello, sin duda, nos imbuye en una situa- ción vital y laboral completamente es- tresógena. Contra el estrés, formación Pero, ¿qué puede hacer el directivo para combatir el estrés? Nuestra respuesta es clara: formarse. La formación es el arma más poderosa para combatir a un ene- migo invisible con el que, inevitable- mente y dadas las circunstancias, vamos a tener que enfrentarnos durante toda nuestra vida laboral y al que tenemos que aprender a reconocer por la multi- tud de formas en que se presenta. - “Me duele casi permanentemente el cuello y la parte alta de la espalda y ello me provoca muy mal humor”- Nos comentaba un alto directivo, reciente- mente, en un seminario sobre la mecá- nica del estrés. - “¿Cuál crees que es la causa?”- le preguntamos. - “Supongo que trabajo muchas ho- ras con el ordenador y no me siento como debiera”- respondió él-. Aunque su respuesta no era descabellada quizá no era cierta. Son incontables los inte- grantes de puestos de responsabilidad que se quejan de este tipo de algias y apenas utilizan el ordenador. Luchar o huir; de nuevo la misma premisa. Ante una situación de estrés, nuestro cuerpo, para prepararse ante el combate provoca, casi imperceptible- mente, que los hombros se eleven lige- ramente. El músculo trapecio y el ele- vador de la escápula se contraen, le- vantando los hombros para proteger la mandíbula y el cuello de un eventual ataque a zonas potencialmente morta-
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