Seguritecnia 361
80 SEGURITECNIA Febrero 2010 C uando mis amigos de Seguri- tecnia me piden que escriba un artículo sobre instalacio- nes, la verdad es que de lo que más me gustaría hablar es de instalaciones, por supuesto, contra incendios; sin em- bargo, debo hablar, inevitablemente, de la crisis. Pero no de la económica, ni de la bancaria, ni de la inmobilia- ria, sino de aquella que afecta a prin- cipios y valores de reciprocidad, fide- lidad, fiabilidad y, porqué no, de amis- tad, que en muchos casos han regido las relaciones entre clientes y provee- dores, que es lo que realmente somos las empresas de protección contra in- cendios. Analizamos los reglamentos, buscamos soluciones, plasmamos las instalaciones en unos documentos, ofertas, proyectos, etc. y, como es na- tural, pretendemos realizarlas y man- tenerlas. Pues bien, nada de esto sirve. Hasta ahora hemos sido guardianes de la se- guridad de las personas y los bienes, aquello tan manido de “salvar vidas”; pero en las circunstancias actuales nos hemos visto obligados a adaptar al precio del mercado las instalaciones y servicios que hasta ahora veníamos ofreciendo a unos precios que nos permitían rentabilidades escasísimas, pero rentabilidades al fin, para que es- tas instalaciones tuvieran un mínimo de calidad y fiabilidad, nos permitie- ran poder pagarles a nuestros traba- jadores, adquirir las herramientas ne- cesarias, que cada día se están convir- tiendo en más costosas, mantener en buen estado nuestra flota de vehícu- los, etc. ¿Y por qué ocurre todo esto? ¿No será que, al ser estas instalaciones de obligado cumplimiento, algunos se plantean que cuanto menos cues- ten, mucho mejor, y, por ello, algunos subastan estas instalaciones, permi- tiendo bajadas temerarias? Ya nos gus- taría que en alguna ocasión alguien nos dijera que se quiere proteger con- tra incendios por encima de lo que le obligan, que quiere invertir en seguri- dad; pero esto, desgraciadamente, no ocurre en casi ningún caso. Todo es un problema de concienciación, pero no de los usuarios, que, los pobres, no tienen nada que ver con este asunto, sino de los agentes intervinientes de que estas cosas ocurran. Y eso que, afortunadamente, tene- mos leyes, reglamentos que obligan a proteger a los ciudadanos, a nosotros mismos, porque tanto el que instala como el que mantiene y el que manda instalar y mantener somos usuarios de recintos y edificios, que deben estar dotados de estas instalaciones contra incendios para que cuando estemos en ellos nos sintamos seguros. Creo que las administraciones hacen realmente lo que pueden con los me- dios que tienen, con la invasión de di- rectivas comunitarias que tanto hacen modificar la legislación actual. Estamos muy satisfechos de la postura de es- tas administraciones con respecto a las instalaciones de protección contra in- cendios. ¿Qué podrían hacer más? Por supuesto, es nuestra obligación ayu- darles para que puedan exigir el cum- plimiento de la legislación vigente. Pero somos muy positivos, tenemos fe en nuestro trabajo, en nuestra vo- cación, en que con las dificultades nos crecemos para ofrecer a la sociedad en general unas buenas instalaciones, bien diseñadas, bien instaladas y bien mantenidas, y esto que no lo ponga nadie en duda. Ganaremos o no, pero las instalaciones las hacemos bien y las mantenemos mejor. No olvidemos que nuestras instalaciones se realizan y se mantienen para que no fallen, porque su eficacia, ésa es nuestra sin- gularidad, tiene que demostrarse en caso de incendio, y los perjudicados en estos casos son los usuarios. Pero con la ayuda de las administraciones, con las necesidades de los usuarios, con la concienciación de los agentes intervinientes y, sobre todo, con la hon- radez de los que nos dedicamos a esto, algunos hace más de 30 años, saldre- mos adelante. S Las instalaciones de protección contra incendios y la crisis Francisco Ruiz Presidente de Aerme (Asociación española de empresas instaladoras y mantenedoras de sistemas contra incendios) “Nos gustaría que alguien nos dijera que se quiere proteger contra incendios por encima de lo que le obligan, pero esto no ocurre en casi ningún caso”
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