Seguritecnia 373

SEGURIDAD EN MONTAÑA SEGURITECNIA Marzo 2011 37 gos concretos que pueda presentar cada empresa . Por lo tanto, todas esas obligaciones de medios (evaluación ini- cial, información, formación…) se ponen en manos del SPA, que difícilmente po- drá asesorar a los trabajadores en mate- rias en las que los mismos trabajadores tienen un conocimiento mayor. Al final, un deber como el de formar o informar a sus trabajadores en materia de preven- ción tiene que ser asumido, con mayor o menor fortuna, por las propias empresas y, en el mejor de los casos, por las fede- raciones o asociaciones que les puedan representar. Evitar un “Lyme Bay” español Pero aún hay más elementos críticos en el sistema actual, ya que la Ley 31/95 in- trodujo la obligación para las empresas de una auditoría externa preventiva , un requisito legal ciertamente exigente que no figura en la directiva marco y que ningún otro Estado miembro de la UE ha incorporado a su ordenamiento jurídico. Auditoría que, de acuerdo con el R.D. 39/1997 Reglamento de los Ser- vicios de Prevención, no es obligato- ria para todas las empresas sino sola- mente para aquéllas que, total o par- cialmente, asuman la organización de la prevención con medios propios . La tragedia de Lyme Bay el 22 de marzo de 1993 en Gran Bretaña, a resul- tas de la cual fallecieron cuatro adoles- centes ahogados al volcar sus canoas, tuvo unas consecuencias drásticas. Para empezar, se fundó la Adventure Activi- ties Licensing Authority (AALA), un pro- grama del Gobierno que, mediante ins- pecciones precisas y la concesión de las licencias correspondientes, se exige a todas aquellas empresas que deseen ofrecer sus servicios a menores de 18 años y que pretende garantizar que existan unas condiciones mínimas de seguridad. Las empresas proveedoras de este tipo de servicios pasaron a con- tar en definitiva con una estricta norma- tiva de licencias y permisos, del mismo nivel que la requerida en las minas y centrales nucleares. La tolerancia social fue el motor que desencadenó esta reacción, aparen- la actualidad podemos contemplar el inicio de la andadura jurídica en mon- taña de la mano de una incipiente re- gulación en turismo activo o en sende- rismo, por poner solo unos ejemplos; y, sin embargo, un sector como el del esquí, donde se registran millones de usos anuales, todavía está sin legislar. En ocasiones, el mandato legal para algu- nas de estas empresas resulta de difícil cumplimiento e implementación prác- tica, encontrándonos ante una “pre- vención de papel” , donde los archiva- dores rebosan de carpetas rellenas con completísimas evaluaciones de riesgos diseñadas para espacios cerrados y otro tipo de actividades, lo que significa, ni más ni menos, por desgracia, que pro- bablemente se están cumpliendo to- das las exigencias formales... pero no se está gestionando la prevención . La razón de este problema hay que buscarla en que a quien se acude ma- yoritariamente para cumplir la legisla- ción vigente en materia de prevención de riesgos laborales (el 73,4 por ciento de las empresas, según la V Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo de 2005), y al objeto de disponer de toda la documentación en regla, es a los de- nominados Servicios de Prevención Aje- nos (SPA); aunque, sin embargo, el hecho cierto es que mediante la simple con- tratación de un SPA no se consigue in- tegrar la gestión de la prevención en la empresa , y más aún si no se conocen las particularidades del medio natural . Esto es así debido a que, en primer lu- gar, y de acuerdo con el artículo 31 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, estos servicios de prevención ajenos deben estar en condiciones de aseso- rar y apoyar a las empresas con la que han contratado , asesoramiento que ha- brá de prestar en función de los ries- dad adecuadas y, sobre todo, la carencia de una apropiada sensibilización y con- ciencia preventivas se traducen en acci- dentes cuyas consecuencias son trágica- mente evidentes. En un terreno abrupto, agreste y cambiante como el propio de las zonas de montaña, en el cual el riesgo cero no existe y en donde por lo tanto no se conciben las actividades sin asumir un cierto grado de peligro, plan- tearse un objetivo “cero accidentes” re- sulta a todas luces utópico. Por ello, pa- rece más práctico integrar en la plani- ficación preventiva políticas actuales y realistas, así como desechar la idea enga- ñosa de la seguridad total. Proporcionar el mayor grado de seguridad al usuario y estar preparado para abordar todo tipo de accidentes en múltiples escenarios y condiciones harán posible responder a la situación de crisis que se plantee con eficacia y eficiencia. Precisamente en el marco de esta época de crisis que estamos afrontando, estrategias y tácticas producto de una correcta gestión del riesgo cobran plena actualidad . El éxito en este pro- ceso, que busca optimizar al máximo las medidas de prevención y estar pre- parado para afrontar la adversidad a fin de conseguir el mayor grado de segu- ridad física y jurídica posible , se logra actuando con una visión sistémica en todos los sectores implicados y debe basarse en un firme compromiso tanto por parte de administraciones, orga- nismos e instituciones como de em- presarios y usuarios. La realidad es que los deportes y ac- tividades que podemos practicar en montaña estival e invernal, bien sea en nuestro tiempo de ocio o de manera profesional, en el seno de programas or- ganizados o de forma voluntaria, exigen una especial planificación y cuidado. En Proporcionar el mayor grado de seguridad al usuario y estar preparado para abordar todo tipo de accidentes permitirán responder con eficacia y eficiencia

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