Seguritecnia 373
40 SEGURITECNIA Marzo 2011 SEGURIDAD EN MONTAÑA deporte y la industria del ocio y re- creativa. 2. Desarrollar un seguro nacional para este tipo de actividades. Estos sistemas de gestión de riesgos a los que nos referimos han sido lleva- dos ya a la práctica en algunos países, y un rápido análisis nos muestra que han sido abordados de maneras diferentes. En algunos casos, es la propia Adminis- tración la que ha recogido el guante y en su legislación contempla sistemas de acreditación obligatorios. En otros, por el contrario, han ido naciendo sistemas de gestión de seguridad y calidad a los que se acogen las empresas de manera voluntaria. Así, por ejemplo, en el caso de Ga- les fue la oficina de turismo nacional, Wales Tourist Board (WTB), la que desde 1992 introdujo un sistema voluntario de garantía de calidad que integra en el mismo la seguridad y al que hasta la fecha se han acogido más de 70 em- presas. Por el contrario, la política desarro- llada en Francia es diferente, y el ob- jetivo no han sido las empresas en sí mismas sino más bien la regulación de las actividades y la competencia de los guías. Algunos grupos de edad están excluidos por la ley de participar en de- terminadas actividades de aventura, y así, por ejemplo, las escuelas primarias no pueden llevar a sus alumnos a rea- lizar espeleología, natación en corrien- tes de agua, deportes aéreos, marchas en alta montaña, recorridos por glaciar, descenso de barrancos o pernoctar en refugios. Otras actividades como equi- tación, ciclismo de montaña, vela o tiro con arco pueden hacerse pero siempre con instructores en posesión de las cua- lificaciones requeridas. clave en todo el procedimiento de ges- tión del riesgo. Nos encontramos ante un proceso que no debe pararse nunca, por una parte porque el medio natural no se detiene jamás, pero además por- que las responsabilidades que asumi- mos con nuestras acciones y omisiones tampoco son siempre las mismas. Por ello, contar con cierto respaldo institu- cional y con un asesoramiento externo resulta imprescindible hoy en día para los proveedores de servicios en el me- dio natural. Actualmente nos encontramos ante un equilibrio inestable. Por un lado, la “sociedad del riesgo” en la que vivi- mos demanda las actividades de ocio y aventura, pero, por otra parte, tam- bién el derecho a ser protegidos contra posibles lesiones o la muerte. Además, el hecho de tener la garantía de ser in- demnizados por los posibles daños y pérdidas sufridos experimenta un auge cada vez mayor. Parece evidente que cualquier solución que se aborde debe integrar esta doble exigencia. Según un reciente estudio de la Com- monwealth-State Standing Committee on Recreation and Sport (SCORS, 2002), desde octubre de 2001 más de 44 em- presas de turismo activo del estado aus- traliano de Victoria se han visto obligadas a suspender sus actividades debido a la imposibilidad de encontrar un asegura- dor. Si a ello unimos que, como informa el Consejo de Seguros de Australia, en los últimos años por cada dólar pagado en las primas se producen reclamacio- nes de gastos de 1,34 dólares (McArthur, 2001), el problema es evidente. Como solución a este problema se apuntaban entre otras las medidas si- guientes: 1. Implantar un sistema de gestión de los riesgos a nivel nacional para el ▪ Esquí (incluye esquí de montaña): ± 130. ▪ Ciclismo: 90. ▪ Montañismo: ± 45. ▪ Deportes de motor: 40. ▪ Transporte aéreo: 37. ▪ Transporte por carretera: 30. ▪ Peatones: 30. ▪ Náutica/vela: 20. ▪ Natación: 12. ▪ Viajes en ferry :10.5. ▪ Equitación: 10. ▪ Autobuses de pasajeros: 2. ▪ Transporte por ferrocarril: 2. ▪ Accidentes en el hogar: 1.5. Amplío este estudio con otro que ofrece un análisis comparativo elabo- rado por el Health and Safety Execu- tive (HSE), organismo británico similar a nuestro Instituto Nacional de Seguri- dad e Higiene en el Trabajo, y que con- templa la media anual de fallecidos por actividad. ▪ Buceo: 1 cada 200.000 inmersiones. ▪ Escalada en roca: 1 cada 320.000 es- caladas. ▪ Piragüismo: 1 cada 750.000 salidas. ▪ Parapente: 1 cada 116.000 vuelos. ▪ Operaciones quirúrgicas con aneste- sia: 1 cada 185.000 operaciones. ▪ Accidentes de ferrocarril: 1 cada 43.000.000 pasajeros/día. ▪ Accidentes aéreos: 1 cada 125.000.000 pasajeros/día. Identificar los riesgos Creo que, a la vista de estas estadísticas, cada cual podrá sacar sus propias con- clusiones. Es evidente que algunas acti- vidades entrañan riesgo, pero también otras con las que estamos todos más fa- miliarizados; lo que ocurre es que en el medio natural los errores se pagan ca- ros. Dicho de otra forma: que la exposi- ción al riesgo es mayor y que debemos esforzarnos en hacer las cosas bien. La identificación clara y precisa de los peligros, la evaluación correcta del riesgo, la adopción de las medidas de control pertinentes, así como la acepta- ción o no de los riesgos residuales y de las responsabilidades a las que pudiera haber lugar en su caso son elementos Es necesario un cambio estructural que implique la formación específica en gestión de riesgos para empresas y profesionales
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