Seguritecnia 373

46 SEGURITECNIA Marzo 2011 SEGURIDAD EN MONTAÑA T oca hablar de alta montaña. Bueno, para nosotros no tan alta, y con esto no interpreten que los guardas tenemos mayor facili- dad o menos esfuerzo en “andarlas”. No, no voy por ahí. El guarda de campo atesora en su iter formativo algunas claves (a mi entender todavía pocas) para comprender la bio- logía, los ecotonos, que vienen a ser las posibilidades que el medio ofrece para la vida. Cualquier buen observador des- cubrirá que el paisaje de una montaña –sus ecotonos– varía de tal forma que de la frondosidad de los montes del sopié, según ascendemos y debido al cambio de condiciones (composición del suelo, clima, presión, etc.), se pasa a zonas donde solo las plantas menos exigentes tienen una oportunidad, ocupando escabrosos terrenos en los que son la única vida po- sible. De ahí se llega a un punto en el que la vida está representada exclusivamente por especies extraordinarias, que son una auténtica maravilla de la naturaleza. En el mismo sentido, la fauna ha- bita unas u otras zonas en virtud de su grado de exigencia, si bien la facul- tad de movilidad de ésta posibilita que, en ciertas ocasiones, atraída por deter- minados sucesos, se puedan observar animales en zonas nada propicias para ellos; lugares en los que, en un afán oportunista, realizan unos aprovecha- mientos que pueden dar al traste con esas maravillas de la zona. Muchos de ustedes pensarán que este texto correspondería mejor a las revistas de temática medioambien- tal con las que el Guarderío suele co- laborar, pero verán cómo la Seguri- dad se adapta a su entorno y cómo es –al fin– un elemento más, que debe someterse a la regla de oro de man- tener la seguridad sin interrumpir las operaciones. Permítanme un entre- tenimiento: identifiquen el texto an- terior en la nota que mi compañero y alumno de nuestra escuela Xavier Aupí me escribe: «Como te prometí, te envío estas pa- labras para contarte un poco lo que hago, nuestro servicios de guarda ru- ral en el Espacio de Interés Natural de la Alta Garrotxa, en los Pirineos de Ge- rona, que está gestionado por el Con- sorcio para la Protección y la Gestión del Espacio de Interés Natural de la Alta Garrotxa. Se trata de un servicio de vigilancia y control de toda el área. Guarderío ru- ral puro y duro, nada de caza. Hacemos turnos de seis horas, de las cuales se emplea una aproximadamente en la ida y vuelta con un coche, que se suma a las otras cinco de servicio a pie por sen- deros de guarderío rural y locales. Tene- mos turnos de mañana, tarde y noche. No es continuo, sino que cubrimos el fin de semana y algunos días aleatorios entre semana, dos guardas durante el día y tres durante la noche. La relación con el Seprona es buena; el problema es que nos toca la patru- lla de Puigcerdà (Gerona), a sesenta ki- lómetros. Los profesionales de este Cuerpo están muy bien equipados, por- tan detectores de chips para perros, test antidrogas y armas, y pueden acceder a la documentación de los vehículos. Al estar tan lejos, estos servicios con la Guardia Civil se concretan antes del inicio de la temporada en una de las re- uniones, que se hace conjuntamente con la policía autonoma de Cataluña, para evaluar los días de más aglomera- ción y con un mayor perfil de gente in- cívica. Con la policía autonoma, los Mossos d’Escuadra, tenemos mayor cobertura en las zonas de los parkings , cuando algún vehículo está mal estacionado, ocupa una zona prohibida o se niega a colaborar con el guarderío rural. La respuesta de los Mossos d´Escuadra es Guarderío rural en la montaña, una vocación por el entorno natural Raúl Beltrán / Presidente del Consejo Nacional del Guarderío

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