Seguritecnia 374
SEGURITECNIA Abril 2011 85 Reportaje construyó la central en los años 70, to- davía no se había formulado la teoría de Wegener sobre tectónica de placas y no se tenían los conocimientos geológicos y de riesgo sísmico de los que dispone- mos ahora”. Aparentemente, pues, no fue la seguridad lo que falló, sino la eva- luación de riesgos. A la ecuación de la catástrofe se suma un nuevo factor: que estaba diseñada para soportar un terre- moto, pero no para resistir una sucesión de incidentes. Además, casi nueve de cada diez reactores del país no cumple a día de hoy las normas de seguridad que se dictaron en 2006 sobre protec- ción contra tsunamis. El Gobierno y Tepco, en el punto de mira La agencia japonesa Kyodo difundió el 27 de marzo una encuesta en la que aseguraba que el 58 por ciento de los japoneses estaban descontentos con cómo su Gobierno estaba gestionando la crisis de Fukushima. Pero los japo- neses no son los únicos que han cues- tionado la labor del ejecutivo nipón y, sobre todo, su capacidad para ha- berse anticipado a este incidente. Se- gún un cable de Wikileaks difundido por el Daily Telegraph y El País, Japón solo revisó tres veces en 35 años las medidas antisísmicas de sus nuclea- res, por lo que en este cable la Emba- jada de Estados Unidos informaba de que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) había adver- tido a Tokio en diciembre de 2008 de que tenía un “problema serio”. El orga- nismo alertaba de que algunos seís- mos recientes, en referencia al terre- moto de magnitud 6,8 en la escala Ri- chter que dañó el 16 de julio de 2007 a la central nuclear japonesa de Kas- hiwazaki-Kariwa, habían sobrepasado los niveles para los que fueron diseña- das algunas plantas e instaban al eje- cutivo japonés a que aprendiera de “las experiencias recientes”. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) también se ha quejado de la falta de transparencia e información por parte de las autori- dades japonesas con respecto al inci- dente. Sobre todo al principio, poco se sabía sobre lo que estaba pasando en la central y aún menos sobre cómo se estaba gestionando la alerta. A su vez, la prensa internacional ha criticado al OIEA por el retraso con que está facili- tando la información de que dispone. Tampoco ha salido muy bien pa- rada Tokyo Electric Power Company (Tepco), propietaria de la central. Hay quien habla de descuidos y quien di- rectamente culpa a la compañía ges- tora de la planta de negligencias. Como critica Kenji Sumita, profesor y ex vice- presidente de la comisión de Seguridad Nuclear de Japón en el semanario ale- mán Focus, “cada paso de Tepco llegó un día después de lo que debía y no era adecuado”. Se ha acusado en el pasado a la compañía, que produce un tercio de la electricidad que consume Japón, de haber manipulado durante años los in- formes de mantenimiento para ocultar grietas en el revestimiento de los reac- tores. Los deslices de Tepco durante la crisis han sido en ocasiones muy se- rios. El propio Gobierno japonés cali- ficó el pasado 28 de marzo de inacep- table un error de medición de radioac- tividad que divulgó la compañía, que aseguró que el nivel de yodo radioac- tivo detectado en el agua era 10 millo- nes de veces superior al normal, aun- que luego rectificó y aseguró de que se trataba de cantidades 100.000 ve- ces por encima de las habituales. El baile de cifras, con éste y otros temas, ha sido continuo. Distintos medios de comunicación internacionales informa- ron de que el Gobierno nipón estaba estudiando la posibilidad de naciona- lizar la compañía después de que se descubriera plutonio radiactivo en el suelo de la planta. A vueltas con la comunicación Los mensajes tranquilizadores a la po- blación han ido perdiendo fuerza a medida que ha ido escalando la cri- sis y que se han sucedido los errores, hasta el punto de que Tepco y el Go- bierno japonés han perdido credibi- lidad entre los ciudadanos. En una si- tuación extrema, después de un terre- moto y un tsunami y mientras todavía se seguían buscando supervivientes bajo los escombros, mantener el or- den y la calma era esencial. Pero si el Gobierno de Tokio fijó su cordón de seguridad en 30 kilómetros (20 ki- lómetros de zona de exclusión y 30 de evacuación voluntaria) alrededor de la central, Estados Unidos reco- mendó a sus ciudadanos en un área de 80 kilómetros que se fueran de la zona o que permanecieran en el inte- rior de los edificios como precaución, un perímetro que otros países eleva- ron incluso más, en el caso de España hasta 120 kilómetros. Algo ha cam- biado también desde Chernóbil: el ac- ceso general a la información a través de Internet, por lo que estos mensa- TEPCO ©
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MTI4MzQz