Seguritecnia 379

22 SEGURITECNIA Octubre 2011 Seguridad en Museos y Patrimonio Histórico pocos recursos, alcanzan objetivos tan meritorios. Da igual que sea en grandes ciudades o en núcleos rurales, su en- trega es total. Lo mismo sucede en las comunidades autónomas que tienen transferida la competencia relativa al or- den público. Por parte de los gestores del patri- monio histórico y cultural, sucede otro tanto: atienden bien los requerimien- tos policiales cuando se presentan. Por ello he de decir que no conozco casos de desavenencias o de quejas en uno u otro sentido. En definitiva, creo que el nivel de colaboración es correcto y que debería continuar en esta línea. Dicho lo anterior y agradeciendo la oportunidad que me ofrece Seguritecnia , quiero reconocer públicamente la mag- nífica labor que desarrollan tanto las unidades especializadas en la protec- ción del patrimonio histórico como el de otras unidades policiales que en el devenir diario velan por la seguridad ciudadana. Permítanme, para finalizar la entre- vista, insistir en la necesidad de dar un salto cualitativo en la mejora de los ni- veles de seguridad del patrimonio his- tórico. La seguridad, tal y como se de- fine en la Estrategia Nacional de Segu- ridad – recientemente aprobada por el Gobierno de España en el Consejo de Ministros del día 24 de junio pasado– es una tarea colectiva y a todos nos obliga a trabajar en su mejora. No podemos olvidar que España es una de las tres naciones con mayor pa- trimonio histórico del mundo, y ello exige un compromiso de conservación que vaya desde el Gobierno al último de sus ciudadanos. Este compromiso lo adquirimos, desde PROTECTURI, ante nuestros conciudadanos. Procuraremos estar a la altura del mismo. S hace falta ir más allá y pasar a cumplir con disciplina las exigencias normati- vas en vigor, desde el convencimiento de su bondad. Es triste tener que decir en este mo- mento que el objetivo es cumplir con la normativa, cuando los profesiona- les de la seguridad sabemos que el ob- jetivo tendría que haberse alcanzado hace años y que el reto actual debería ser superarla con creces incorporando los muchos y novedosos adelantos tec- nológicos que el mercado ofrece. - Uno de los preceptos que recoge la Orden sobre empresas de Seguridad se refiere al transporte de obras en vehículos alternativos cuando las ca- racterísticas y tamaño de las mismas no permitan hacerlo en uno blin- dado. ¿Considera que este apartado era necesario y que está bien plan- teado? Muchos se han sorprendido cuando han leído el contenido de la Orden Mi- nisterial que ahonda en el transporte de valores. A mi juicio, no hay novedad al- guna con lo que se decía en los textos anteriores; por ello, habrá que pregun- tarse cómo se estaba haciendo. - ¿Cree que la colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por parte de las instituciones culturales es la apropiada o que ha- bría de intensificarse? Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están formadas por personas con una marcada vocación de servi- cio; en la mayoría de los casos, con gran capacidad de trabajo y que tratan de hacer bien su cometido. Siempre que se les solicita colaboración, su asesora- miento o su auxilio aparecen y ofrecen soluciones a los problemas que se les presentan. Es admirable cómo, con tan Durante la redacción de la Ley y el Re- glamento de Seguridad Privada, por ra- zones que no alcanzo a entender, los prescriptores de la norma decidieron emplear la expresión “galerías de arte” y olvidaron la palabra “museo”. Desde en- tonces, los reguladores, las propias au- toridades, los usuarios y, en resumen, todo el colectivo del sector del arte, salvo raras excepciones, han tratado la seguridad de los centros y de las pro- pias colecciones como algo secunda- rio. De hecho, las unidades policiales responsables de supervisar el cumpli- miento de las medidas de seguridad en los establecimientos de todo tipo han tratado a los museos con menor rigor y exigencia que a una sucursal financiera, una farmacia, una joyería o una gasoli- nera. Lo dicho anteriormente puede pa- recer grave para un neófito en la mate- ria, pero resulta ser la realidad cotidiana. Idéntica situación se produce con motivo de la celebración de exposicio- nes temporales, ya que, pese a la obli- gatoriedad de ser comunicadas a la au- toridad gubernativa, rara vez se ejecuta dicha diligencia. Por fin, la edición de las últimas Ór- denes Ministeriales cita la palabra “mu- seo”, pero lo hace con tanto pudor que cuesta encontrar el término, incluso a aquéllos que conocen la norma en pro- fundidad. No creo que sea necesario incidir en el aumento de medidas de seguridad; bastaría con exigir el cumplimiento de las que actualmente están descritas, ya que puedo retar desde aquí a cual- quiera a que me diga cuántos museos de primer orden en España gozan de la preceptiva autorización gubernativa de apertura. - Como bien dice, las Órdenes Minis- teriales han ahondado algo en este punto, pero ¿qué opina usted de estas disposiciones en lo que a la protección del patrimonio histórico se refiere? Me ceñiré a lo contestado en la pre- gunta anterior. Creo que el cuerpo nor- mativo es válido para desarrollar la fun- ción de seguridad en los museos y cen- tros culturales. Llegados a este punto, "El Ministerio del Interior debería revisar los 1.500 museos y centros culturales de España y definir cuáles deben disponer de un departamento de Seguridad"

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