Seguritecnia 381

114 SEGURITECNIA Diciembre 2011 Crónica vela todas las cosas: es un charlatán y habla hasta cuando no se le pre- gunta . Cuantos nos encontramos aquí reunidos, asimismo los ausentes, he- mos participado y construido la pe- queña historia en el sector de las Se- guridades, no os quepa la menor duda. En este preciso momento aprovecho la ocasión para pediros que juntos tribu- temos un fuerte aplauso como emo- cionado recuerdo para cuantos ya no se hallan entre nosotros. Aquellos a quienes con esfuerzo generoso, em- peño e inteligencia lograron elevar las condiciones del sector. Los hechos no se repiten porque la historia jamás retrocede. Somos un poco como esas hojas de las que os ha- blaba al principio; tras la beneficiosa sombra que proporcionan durante el verano van a caer para, de este modo, facilitar la entrada de renovados rayos solares que mantendrán al árbol en su ciclo vital. La pequeña historia será la encargada de mostrar a nuestros sucesores los aciertos o errores cometidos, así como las épocas de esplendor, si las hubo. Se- gún entiendo, nada hay en el mundo que no se halle sujeto a los cambios que el inexorable tiempo lleva consigo. Sí, compañeros, tenemos experiencia por los años vividos y estoy seguro de que la mayoría poseemos idéntico vi- gor, además de la convicción necesa- ria para alcanzar nuestros más íntimos deseos. Hay dos fuerzas que ayudan a vivir: el olvido y la esperanza. Olvidar lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no rehacerse. En cuanto a la esperanza, si no se espera no se da con lo inespe- rado. Donde la esperanza no existe, no puede existir el esfuerzo. Pensemos en el futuro, algunos de los aquí presentes algún día tendremos que decir adiós, lo cual no significa “hasta nunca”, más bien debe ser un “hasta luego” o me- jor “hasta siempre” repleto de confianza e ilusión. Con plena seguridad, siempre vamos a llevar el recuerdo del trabajo bien hecho indeleble en nuestros cora- zones; sirva al menos de pauta para los que nos reemplacen. Hasta hoy nadie ha sido capaz de mo- dificar las leyes del tiempo ni el curso de los acontecimientos. Que ninguno se deje arrastrar por el torbellino de los su- cesos, todos discernimos que en la vida casi todo proviene de casi nada, es un tejido de hábitos, una mezcla de azar, una sonrisa, destino y carácter. Permi- tamos pues que, como las hojas de los árboles, vayan desprendiéndose poco a poco los malos hábitos, la incompe- tencia profesional, la negligencia, la in- moralidad comercial… porque mer- ced a esa caída vivirá el árbol con la es- peranza de un espléndido resurgir en la próxima primavera. No olvidemos ni echemos en saco roto que el daño más grande es el tiempo perdido . Termino como decía Thomas Jeffer- son, padre fundador de la nación norte- americana, que me gustan más los en- sueños del futuro que las historias del pasado. Nada más, muchas gracias amigos, y hasta el año que viene. Estimados amigos, un año más nos re- unimos personal de nuestra empresa con la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) y, como novedad, al- guna representación de entidades ban- carias; gracias a todos por compartir mesa y mantel en tan duros momentos. Voy a ser breve, prometo cansaros poco, solo unas palabras nacidas del co- razón. Dicen quienes saben, que la vida resulta muy bella cuando nos la cuen- tan o la leemos en los libros. Los que sumamos algunos años sabemos que presentar así la existencia tiene un pe- queño inconveniente: ¡hay que vivirla! Si hacemos caso al poeta, ensayista y hu- manista estadounidense Walt Whitman, “la vida es el desierto y el oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia”. No os alarméis, no voy a lanzaros nin- guna perorata, tan solo quiero relataros una pequeña vivencia personal. Deam- bulaba un día otoñal enfrascado en mis pensamientos por el paseo de Valen- cia al Mar, resguardado por la magni- fica arboleda de variadas especies que la circundan, cargada de sucesos, orna- mento del caminante, cuando me aper- cibí de que pisaba una abundante hoja- rasca multicolor. Las había rojas de va- riada intensidad, amarillas apagadas, oro refulgente, moradas, marrones fuer- tes, caídas, silentes reposaban sobre la húmeda tierra como preludio del in- vierno, hojas que, cumpliendo la sabia enseñanza de la naturaleza, les encarga aportar sus nutrientes vitales al árbol hasta la próxima primavera, en la cual una vez más volverá a lucir su esplén- dido y renovado follaje. El tiempo, amigos, ignora los conven- cionalismos; da lo mismo que pertenez- can al pasado, presente o futuro, sim- ple elucubraciones de los humanos. Es además ese juez insobornable que da o quita la razón . También el tiempo re- Discurso pronunciaDo por antonio Ávila Durante la XXX convención Un año más con la CECA Antonio Ávila Chuliá Presidente de Chillida

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