Seguritecnia 402

62 SEGURITECNIA Noviembre 2013 Opinión mento en el cual se transforma el jo- ven en adulto. El joven capta con avi- dez cuanto se le ofrece, al tiempo que ha de capear los malos vientos y reempla- zar a las generaciones precedentes, asu- miendo con responsabilidad sus conse- cuencias. Así ha sido siempre, sin olvi- dar que poseen el derecho de actuar de acuerdo con las enseñanzas recibidas. Como dice el clásico “la juventud sería un estado ideal si llegase un poco más tarde en la vida”. Según entiendo, las generaciones de los años sesenta y setenta fueron refe- rentes de una generación joven que li- deró el cambio social de la transición democrática en 1975, merced a su pru- dencia, avalada por la conducta de sus mayores, y por su buena preparación. Tan sólo se perseguía poder respirar sin opresión, el bienestar social, la libertad ideológica, religiosa, de expresión... Estos nietos de la postguerra fueron capaces de ensayar durante los años precedentes caminos alternativos de aprendizaje cul- tural e inserción laboral, muchos de sus miembros ocuparon puestos directivos, de liderazgo económico, social y político e incluso donde quiera que fuésemos enarbolábamos la bandera de España. Mantengo frecuentes conversaciones con los chavales en la Universidad Poli- técnica y, a pesar que trato de infundir- les ilusión, esperanza y optimismo, ob- servo su temor al futuro, motivado sin duda por el desempleo y los contratos de corta duración; lo cual, unido a pre- cariedad laboral y estudios cualificados concluidos, produce una mezcla de pre- ocupación y desconcierto que les lleva a plantearse emigrar. Barrunto que a pesar de su voluntad, de su empeño por ven- cer las dificultades, de levantar el vuelo, se sienten cautivos. Con respecto al mo- cerío de clase media, consumidores de deportes, televisión y moda, temen verse envueltos en la marginación social del momento si abandonan los domicilios paternos, sometidos como están a traba- jar muchas horas por poco dinero. Mien- tras, los apologetas de la innovación pro- seguimos reconstruyendo la memoria del pasado, intentando ligar lo comu- nitario como fortaleza defensiva. Evite- mos la sobresaturación del mercado la- boral de alta gama y potenciemos la for- mación profesional, cuestión que nunca debiéramos habernos visto obligados a plantear de disponer esta sufrida España de gobernantes con visión de futuro, ca- paces de anteponer el porvenir de los jó- venes a ganar unas elecciones. Sin ánimo de contar batallitas, en la época de la transición nosotros éramos los jóvenes. En aquel momento se le- gisló cuanto se estimó oportuno por una holgada mayoría con el fin de lograr una convivencia ciudadana en paz, alejada de los enfrentamientos ideológicos, ver- dadero cáncer del progreso. Hoy somos los mismos ciudadanos, con un poco más de edad a nuestras espaldas, algu- nos prosiguen su tarea en el Congreso o el Senado, participando en la elabora- ción de las leyes, donde se han votado otras semejantes, más duras, mayores impuestos e infinidad de trabas legislati- vas que limitan la libertad empresarial y la innovación, sin pensar en una genera- ción de jóvenes que ni entienden ni mu- chas veces comparte lo legislado. Ante ello, me pregunto: ¿es posible dar paso a una juventud preparada y responsa- ble entregando de una vez por todas el dichoso testigo, el relevo? Sin duda, son ellos quienes, guste o no, deben partici- par en el perfeccionamiento, mejoras y transformaciones que tengan por conve- niente, al igual que antes lo hicimos no- sotros. Provisto de valiosa brújula, con amor al norte, voluntad al sur, pacien- cia al este y esperanza al oeste, traza el rumbo el marinero. Seamos capaces de hacer lo mismo. S H ace apenas unas décadas, es- tudiar en la Universidad era un verdadero privilegio al al- cance de unos pocos. Luego se torna en un boom a golpe de erario público y ahora se halla al alcance de nuestras manos para poder brindárselo a los hi- jos, aunque sacrifiquen sus horas de ocio para intentar sacar las asignaturas, en la confianza de que ese esfuerzo se convierta en el futuro en unas mejores perspectivas laborales y socioeconómi- cas. Es lamentable, pero la situación se ha trasformado de tal manera que hoy poseen mayor probabilidad de obtener trabajo quienes omiten en su currícu- lum haber cursado carreras universita- rias, pues el tiempo medio para encon- trar cualquier quehacer se reduce en el caso de los que carecen de estudios idóneos frente aquellos que han estu- diado y aprobado en la Universidad. La estructura universitaria en España ha cambiado. En este momento es ca- paz de ofertar anualmente al mercado laboral un número de personal capaci- tado impensable en otro tiempo, sin que la industria ni la economía española ha- yan conllevado dicho crecimiento. Al contrario, ha decrecido, sin estar habi- litada por lo tanto la sociedad para ad- mitir ese cupo de novicios cada año, hasta el punto que los titulados superio- res llegan a plantearse la disyuntiva en- tre el paro de larga duración o rebajarse a cobrar sueldos insultantes. Demasiada cualificación para el salario ofertado. Nada más alejado de mi intención que ocuparme de la juventud, ni siquiera con liviana hondura, sabido cómo es que el hombre llega novato a cada edad de la vida y cada edad tiene su aprendizaje. De ahí que algunas personas, al traspa- sar el umbral juvenil, transmitan su ex- periencia de modo generoso, algo de sabiduría y buen hacer, de la mayor im- portancia en el relevo generacional, mo- Antonio Ávila Chuliá El relevo “Es más fácil aconsejar que se aguante que aguantar” Robert Browning

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