Seguritecnia 404

60 SEGURITECNIA Enero 2014 Opinión En estos tiempos de incertidumbres, desconfianzas, turbulencias económi- cas, hay que estar preparados para su- frir los embates de alguna traición en el trabajo, el amor o la economía, da lo mismo. Si ello ocurre, seamos al me- nos capaces de aprender la lección, demos gracias por descubrir al trai- dor, hemos ganado en experiencia y salido reforzados. La rectitud se quie- bra donde menos se espera, basta con leer lo sucedido a Sansón, jefe hebreo cuya fuerza titánica quitaba el sueño a los filisteos. La desgracia le llegó por su amor hacía la bella Dalila, lugareña del valle de Sorec. El traidor lo lleva impreso en su ge- nética, nace, se desarrolla y crece con la traición. En estado puro, disfruta de sus deleznables acciones contra sus propios amigos o quien le presta ayuda. Como en la fábula del escorpión y la rana, no tiene elección, obra según su naturaleza, de manera automática e irracional, siem- pre procede según su instinto; portarse como el escorpión forma parte de algu- nos llamados seres humanos. Estas ac- titudes nos afectan a todos, más de lo que podamos creer, tanto en el aspecto mental como físico. Los traidores, como los escorpiones, acaban sus días solos o circunscritos por individuos de su misma calaña. Refieren que si quieres aprender a aullar júntate con lobos. Ahora, amigos, cada uno piense lo que se le antoje, es- tán en su derecho. S L a traición documentada más antigua es sin duda aquella que tuvo por legendarios protago- nistas a un pastor de ovejas llamado Abel y a su hermano, el labrador Caín, ambos, hijos de Adán y Eva, quienes mucho tiempo antes habían sido ex- pulsados del Paraíso. Desde entonces, a nadie puede extrañar que de un modo u otro hayamos sido víctimas de astu- cias, picardías, fullerías, embustes, des- lealtades, en definitiva, traición; una la- mentable experiencia que duele, frus- tra, causa incertidumbre, desconfianza, resentimiento e incluso altera el sueño, al sentirse uno manipulado en prove- cho del traidor, bien por reconocimiento o por dinero, la mayoría de las veces por ambas cuestiones. La traición, decía Ma- quiavelo, es el único acto de los hom- bres que no se justifica. Y añadía: “los ce- los, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta pue- den ser perdonados, según las circuns- tancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno, sin nada que pueda excusarlos”. Queda dicho. En ocasiones, suelo recordar las ense- ñanzas recibidas de don Cayetano, ve- nerable maestro que en clase nos rela- taba de manera vívida el Compromiso de Caspe, pacto establecido en 1412 por dignatarios de los reinos de Ara- gón y Valencia, así como del principado de Cataluña, para designar un nuevo rey ante la muerte sin descendencia de Martín I de Aragón, lo cual supuso la entronización de Fernando de Ante- quera y con él de un miembro pertene- ciente a la dinastía Trastámara en la Co- rona de Aragón. Las crónicas detallan que los partidarios del conde de Urgel trataron de asesinar a Vicente por tie- rras de Lérida, debido a que su voto fue favorable a Fernando de Antequera, así como los de su hermano y otros cinco compromisarios de Aragón y Valencia. La votación que resultó esencial para el futuro de toda España, tanto en su época como con posterioridad. Dicha intervención se halla publicada por su propio hermano Bonifacio, el cual par- ticipó como delegado representando a Valencia. Es fácil comprender que, a Sant Vicent el del ditet no le faltasen trai- dores como el aludido Conde de Urgel, sin dejar de lado a la figura incompara- ble de traidor personificada en Antón Luna, noble aragonés que con sus pro- pias manos mató al Arzobispo de Za- ragoza, lo cual permitió abrir diversos procesos, con el consiguiente despres- tigio el cual alcanzó a don Jaime de Ur- gel, lo que vino a favorecer a su rival Fernando de Antequera. Desde los orígenes del mundo exis- ten los traidores, nadie lo duda, ade- más, no van a dejar de significarse. Creo que dicha figura resulta más dolorosa cuando la conoces o confías en ella; quizás lo que sienta peor es cuando trata de esconderse o fugarse como un vulgar ladrón, sin dar la cara, la mayoría de veces a cambio de un exiguo presti- gio o algunas monedas. En este punto, no podemos olvidar un suceso que se ha convertido en ejemplo de traición, que registra la misma Biblia. Se trata de la delación perpetrada por Judas y sus funestas consecuencias. Antonio Ávila Chuliá Traiciona, esto se acaba “Los que dejan a un rey errar a sabiendas merecen penas como los traidores.” Alfonso X El Sabio En estos tiempos de incertidumbres, desconfianzas, turbulencias económicas, hay que estar preparados para sufrir los embates de alguna traición

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