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66 SEGURITECNIA Septiembre 2014 Opinión Prevención externa No es extraño, por lo tanto, que pre- ocupe tanto la seguridad de los clientes de las empresas de turismo activo y que la prevención de riesgos en estas em- presas se focalice casi exclusivamente en ellos, olvidándose habitualmente las me- didas centradas en la seguridad y salud laboral de los guías, técnicos y monito- res que conducen las actividades depor- tivas o recreativas en la naturaleza, los cuales trabajan normalmente por cuenta ajena para tales empresas, aunque sea a tiempo parcial. Ciertamente, estos tra- bajadores suelen tener un mejor nivel técnico y físico que los clientes, y com- parten con ellos muchos riesgos del en- torno y de la actividad. Ello se suele tra- ducir en entender que trabajar por la seguridad de los clientes protege, de al- guna forma, también a los guías, técni- cos y monitores. Sin embargo, este plan- teamiento olvida tres factores: La frecuencia con la que se exponen los guías, técnicos y monitores a los pe- ligros derivados de las actividades en el medio natural es mucho mayor que la exposición puntual de los clientes. Esto no sólo incrementa notablemente su ni- vel de riesgo, sino que además les ex- pone a riesgos higiénicos, ergonómicos y psicosociales derivados de la reiteración y frecuencia con la que realizan tales activi- dades, y que no sufren los clientes. Los guías, técnicos y monitores se ex- ponen a situaciones más peligrosas que los clientes, precisamente para redu- cir el nivel de riesgo y dar protección a éstos. Los trabajadores de las empresas de turismo activo suelen realizar, an- tes y después de las actividades propia- mente dichas, toda una serie de tareas de preparación, reconocimiento, equi- pamiento/acondicionamiento, manteni- miento (limpieza, almacenamiento, etc.) o transporte que asumen en exclusiva y que les exponen nuevamente a peli- gros y riesgos específicos que no com- parten con los clientes. En España, sobre todo desde que en 1995 se traspusiera al ordenamiento ju- rídico nacional una Directiva europea, se ha desarrollado todo un gran conjunto de normas jurídicas y técnicas en mate- ria de seguridad e higiene en el trabajo que, por supuesto, también se aplica a las empresas de turismo activo y sus tra- bajadores por cuenta ajena. Esta traspo- sición no fue todo lo fiel que debería ha- ber sido al texto y el espíritu de la Direc- tiva europea, y acabó incentivando que las empresas eligieran contratar a otras empresas externas especializadas y au- torizadas por la autoridad laboral (deno- minadas servicios de prevención ajenos) para gestionar la prevención de riesgos laborales de sus trabajadores. Los últimos dato s de la Encuesta Na- cional de Gestión de la Seguridad y Sa- lud en las Empresas (2009) indican que el 72,8 por ciento de las empresas con- trata a un servicio de prevención ajeno para que organice su prevención. En el turismo activo, aunque no hay nin- guna estadística que lo confirme, el re- ducido tamaño de las empresas hace que la opción de contratar a un servicio de prevención ajeno se eleve probable- mente hasta la casi totalidad de las que tienen trabajadores contratados y se preocupan por garantizar la seguridad e higiene de su personal. Llegados a este punto, la pregunta es si esta situa- ción supone un problema real. La res- puesta es que, aunque no debería serlo, de hecho lo está siendo. Tres problemas El primer problema es que los sistemas de gestión de la seguridad y salud la- boral se desarrollaron a la vez que la in- dustrialización y los riesgos tecnológi- cos asociados, con lo que los métodos de evaluación de riesgos y planificación preventiva que utilizan los servicios de prevención ajenos y sus técnicos no es- tán adaptados a los riesgos derivados de las actividades deportivas o recrea- tivas que se realizan en el entorno natu- ral. De ahí que desconozcan realmente lo que hacen los trabajadores de las empresas de turismo activo y no eva- lúen adecuadamente los riesgos de es- tos empleados y sus correspondientes medidas de seguridad. El segundo problema es que el sector de los servicios de prevención ajenos ha sufrido una competencia de precios brutal. Eso ha redundado en la progre- siva pérdida de calidad del servicio que prestan sus técnicos que, a lo sumo, hacen una visita a la empresa para la evaluación inicial y se limitan prácti- camente a “copiar y pegar” los planes de prevención de riesgos laborales de unas empresas a otras, sin una necesa- ria individualización. El tercer problema es que hay com- pañías de turismo activo que, bien por problemas económicos, bien por falta de cultura de seguridad, o por ambos motivos, apuestan por el servicio de prevención ajeno más barato que les da un gran dossier de papel, que guar- dan automáticamente en cualquier ar-

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