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SEGURITECNIA Noviembre 2015 33 Diálogos con el arte pintor, escultor, arquitecto, además de ingeniero e inventor. Permaneció en la corte Milanesa durante más de diecisiete años y de hecho sirvió al duque como ingeniero en sus nume- rosas empresas militares, pero tam- bién como arquitecto y pintor. Allí fue donde su personal estilo pictórico se definió por completo, y prueba de ello son todas las activida- des plásticas que asumió en la corte milanesa. Simbología de sus obras Entre los géneros que cultivó des- tacó el del retrato, el cual trataba con inigualable personalidad, como po- demos ver en el retrato de La Dama del Armiño, considerado como el pri- mer retrato moderno, ya que entre las innovaciones estilísticas de la ex- cepcional obra destaca que está pintado en tres cuartos de perfil. A partir de ese momento todos los grandes maestros lo imitarían. Este lienzo es uno de los cuatro retratos de damas que se conservan de Leonardo, junto con La Gioconda , Ginevra de’Benci y La Belle Ferronière . El resto de las mujeres que pinta Da Vinci aparecen en dibujos o en cuadros religiosos y se sabe que tan sólo hizo un retrato mascu- lino, Retrato de unmúsico . La identidad de esta joven fue des- conocida durante muchos años y tam- bién durante muchos años la autoría del lienzo fue una auténtica incógnita, pero hoy en día nadie duda de que sea una de las obras maestras del artista. En el cuadro se retrata a una de las amantes de Ludovico Sforza, la joven Cecilia Gallerani. Hija de un noble mila- nés y poderoso terrateniente, la joven tenía tan sólo 17 años y era huérfana cuando se convirtió en amante del Du- que de Milán, llegó a tener un hijo con él, Cesare, y por ello recibiría la propie- dad de Saronno. Por su belleza e ingenio se situó en el primer plano de la corte milanesa. Pero cuando su duque toma como esposa Beatrice d`Este, Cecilia se casa con el conde Bergamini de Cre- mona y se estableció en Milán en el pa- lacio de Broletto, conservando este re- trato hasta su muerte. La joven aparece retratada con un ar- miño que sostiene en sus brazos. A lo largo de la historia mucho se ha especu- lado sobre la simbología de este animal. Para algunos encarna la pureza y virtud de la joven. Para otros, podría aludir a Ludovico Sforza, que habría sido quien encargó el cuadro y anteriormente ha- bía sido nombrado miembro de la Or- den del Armiño, que tenía a este mismo animal en su emblema. Pero al mismo tiempo, probablemente se podría tratar de una alusión al nombre de la mucha- cha ya que armiño en griego se pronun- cia galé y este tipo de juegos eran muy comunes en la época. Considerado uno de los retratos más bellos del artista, la dama aparece repre- sentada en escorzo, el rostro apenas gi- rado sobre el hombro izquierdo, está he- cho con tal maestría que la torsión de su cara parece producirse en el momento en el que el espectador mira el cuadro. De forma muy personal recorta la figura so- bre un fondo neutro pero con tal firmeza que ésta parece dominar por completo el espacio que la rodea. Cecilia dirige miste- riosamente su mirada a algún lugar fuera del cuadro y desde él nos atrapa con su serenidad y poderosa expresión. También el armiño dirige su mirada en la misma dirección, llamando la aten- ción el realismo del manto de su piel, es como si Leonardo lo hubiese trazado pelo a pelo, lo representa asustado pero la estilizada mano de la mujer lo tranquiliza. De igual forma el maestro se re- crea en la anatomía de la joven, des- tacando el increíble naturalismo de la mano de Cecilia, la perfección de la piel, de las uñas o incluso las arrugas de sus nudillos. Será a través de los colores de las ropas, rojo y azul cielo, la carne del rostro, enmarcado por cabellos cuidadosamente pintados y el contraste con las negras perlas de un largo collar como consigue dar un acabado perfecto a la figura, con el que acentúa el porte majestuoso de la modelo. Se sabe que detrás del hombro iz- quierdo de la dama hubo antigua- mente pintada una ventana. Ese es el motivo de la luz tan intensa de la obra, llamando la atención el juego de la luz y de los reflejos sobre el rostro de finos rasgos. Intentando evitar los contrastes fuertes con sus transparencias y reflejos consigue una luz indirecta que moldea con delicadeza la figura. Pero, más allá de los aspectos técnicos, podemos admirar su profunda pene- tración psicológica en lo que respecta a las reacciones y conductas humanas. Da Vinci nos muestra un rostro lleno de ju- ventud y vitalidad, vida que se muestra a través de la leve expresión de su boca y unos ojos llenos de frescura y seguri- dad. De esta manera, quieta, segura, si- lenciosa y eternamente bella, Cecilia Ga- llerani muestra en su rostro las delicadas expresiones que sólo era capaz de con- seguir el maestro italiano. A lo largo de los siglos todas las obras de Leonardo han influido en el arte pos- terior y todas ellas mantienen la fasci- nación del momento que fueron crea- das. Quizá hoy en día es muy difícil ver su obra sin tener ideas preconcebidas por todo lo que se ha investigado su tra- yectoria y especulado sobre su creador, pero lo que es cierto es que todas ellas conservan la frescura, el misterio y el en- canto de un artista lleno de inigualable talento que siempre buscaba ir más allá de lo que podía mostrar en sus obras. S

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