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190 SEGURITECNIA Febrero 2016 Opinión C orrían en mi agenda los prime- ros días de diciembre de 2015 y tuve la tentación de sentarme en un banco corriente. Uno como otros tantos o miles que sirven para cambiar una postura erguida por otra de mayor comodidad, al menos en el aspecto se- dentario. Parecía que las luces de Navi- dad se disputaran por los escaparates que había a mi alrededor cuál de ellas iluminaba más, cuál llamaba más la aten- ción, cuál conseguiría, con el espíritu na- videño, atraer a más clientes y propor- cionarle a su propietario el mayor regalo: aumentar las ventas respecto al año an- terior. Seguía recorriendo con la mirada por doquier y veía como em- pleados, clientes, niños, muje- res, jóvenes y menos jóvenes, se mezclaban entre la multitud de voluntades, todas encon- tradas alrededor de un banco anónimo, donde yo me en- contraba. Entre la multitud –ya no en un modo “ver” sino en el de “observación”– se mez- claba la picaresca y el arte he- cho profesión de la delincuen- cia. Desde el banco observaba cómo las sumas y las restas en- tre la prevención, la detección y la reacción hacían frente a los diferentes modus operandi . Desde él, los delincuentes po- dían estudiar el modus vivendi de la actividad comercial, co- nociendo las costumbres, la plantilla de empleados, los ho- rarios, etc., todo ello en aras de conseguir, por parte de los de- lincuentes, rápidas gratificacio- nes con el menor riesgo po- sible. Más tarde, analizada la situación con varias compañías que contrataron mis servicios de auditoría criminalística, pu- dimos medir cómo algunas de ellas, aún teniendo las mismas medidas de seguridad (cámaras de seguridad, vigi- lantes, antenas anti hurto, etc.), habían conseguido reducir sus pérdidas desco- nocidas, sus pérdidas ante la delincuen- cia. Uno de los factores que provoca- ron esa diferencia fue convertir en una oportunidad de protección ese banco anónimo visto antes como elemento amenazante. Para ello, la compañía que hizo frente al problema, sumando preven- ción y restándole oportunidad al delin- cuente, midió el ecosistema delictivo y construyó una prevención situacio- nal. Esto no es otra cosa que el enten- dimiento de la fenomenología delin- cuencial como la confluencia de in- fractores, normativas legales, víctimas y objetivos del delito en escenarios es- pecíficos, ocurriendo en un momento y lugar concreto. Es decir, la constata- ción de un buen plan de contingen- cia ante la mencionada fenomenolo- gía pasa necesariamente por analizar cuatro dimensiones: la legal, el perfila- miento del infractor, las tipologías de objetivos (víctimas) y una dimensión es- pacio-temporal. En la sociedad actual, el fe- nómeno criminal está mutando hacia una mayor especializa- ción, con mayores recursos y con tendencia hacia la utiliza- ción de la violencia y la radica- lización. Ante estos factores, en ocasiones no hay marcha atrás de la lesión de los bienes jurídi- cos protegidos. Por tanto, una de las formas positivas de au- mentar la protección es hacer uso del banco anónimo en aras a anticiparnos ante las conduc- tas sospechosas. En conclusión, como diría mi buen amigo Je- sús Alcantarilla, necesitamos de un big data en eficacia y en efi- ciencia (resultados/procesos). Y como sostiene Cohen y Fel- son, la probabilidad de la de- lincuencia es una función mul- tiplicativa de la existencia de delincuentes motivados, la pre- sencia de víctimas propicias y la ausencia de eficaces protecto- res o cuidadores. S Salvador Fabra / Director de SF Consultoría de Seguridad y Criminalística El banco anónimo

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