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56 SEGURITECNIA Febrero 2016 C omienza este 2016 con verdaderas incertidumbres que afectan por igual a todos y a cada uno de los sectores que conforman la sociedad civil, desde los estamen- tos económicos, aún convalecientes de los efectos de una pro- funda crisis, pasando por la mayor incerteza política de nues- tra reciente historia democrática que cuestiona el, hasta hoy, sis- tema de alternancia bipartidista para la gobernabilidad del estado, propiciada a su vez, por la irrupción de nuevos acto- res sociales especialmente críticos y disconformes con la tra- dicional vertebración de la sociedad. Asistimos, en mi opinión, a un profundo cambio de para- digma de carácter transnacional y, por consiguiente, global que ineludiblemente va a afectar a la seguridad y a los sub- sectores que la integran con la aparición de nuevos riesgos y amenazas que van a plantear nuevos retos y exigencias a los diferentes profesionales de la seguridad. En este excepcional escenario y desde la perspectiva de la seguridad Integral (concepto tan prestigioso en la teo- ría como tan poco implantado en la práctica), se impone un análisis honesto y sincero que propicie un mayor y me- jor entendimiento entre los dos principales actores: la segu- ridad pública como garante de los derechos fundamentales y constitucionales de la sociedad civil y los proveedores de seguridad privada, quienes desarrollan su actividad con ca- rácter complementario de la pública en estrecha “simbiosis” con ésta. Este creciente protagonismo de la seguridad pri- vada en la seguridad colectiva y su conexión con la pública revela la urgente necesidad de unir esfuerzos ante los gran- des retos a afrontar. Una posible fórmula sería el desarrollo de iniciativas que fomenten las relaciones con grupos de interés especial, es- tableciendo y manteniendo en foros periódicos, contactos adecuados con dichos grupos, tanto privados como públi- cos, así como con las diferentes asociaciones profesionales especializadas en seguridad con el objetivo de: Aportar conocimiento sobre las mejores prácticas de cada sector. Conocer los últimos modus operandi de delincuencia. Recibir alertas tempranas de seguridad, tanto desde instan- cias públicas como privadas. Facilitar el acceso al asesoramiento especializado externo. Informar sobre nuevas salvaguardas, medidas de seguri- dad o vulnerabilidades producto de la investigación o de la evolución de la tecnología. Vista la urgencia en desarrollar canales de comunicación y colaboración eficaces entre los sectores público y privado, el siguiente factor a tener en cuenta es la formación. No obstante, la seguridad de base humana o física, con- siderada sector tradicional por el componente humano y de confianza personal que siempre tiene la seguridad, se caracteriza por la prestación de servicios en espacios dónde los riesgos o las circunstancias pueden ser varia- bles y, por consiguiente, se precisa la interacción con el público. Las empresas, en general, ven la necesidad de mejorar la cualificación de su personal a todos los niveles y nor- mativamente se les exige que inviertan en su formación, aunque existen dificultades. La gran rotación de personal de vigilancia desincentiva un mayor gasto/inversión en for- mación. Otra dificultad es encontrar profesionales con el ni- vel de cualificación adecuado que ponga sus conocimientos al servicio de nuevos conceptos o planteamientos en segu- ridad. Es necesario que dentro de los planes educativos re- glados se desarrollen módulos formativos especializados en seguridad, con rango de formación profesional, para las es- calas básicas, y una formación profesional superior y/o de grado universitario para los cuadros medios. Medidas todas ellas tendentes a la consecución de una definitiva profesio- nalización del sector que permita asumir nuevas responsabi- lidades a nivel gerencial y mejorar los salarios y condiciones laborales y hacer del experto en seguridad una carrera de re- conocido prestigio social. La capacidad de ofertar servicios nuevos es importante en un sector que opera en un entorno cambiante, tecnológico y que crece a un ritmo rápido. Pero la oferta de servicios no sólo depende de las empresas, máxime cuando el marco re- gulatorio, otorga un protagonismo central al personal, y no tanto a las empresas de seguridad como tales que, en mu- chos casos, actúan como meras entidades económicas que aglutinan al personal quien en sí, configura el verdadero ele- mento estratégico del sector creando, desarrollando, orga- nizando, gestionando y evaluando los servicios. Siempre se dice que el verdadero activo del sector son las personas que la componen. S Es necesario que dentro de los planes educativos se desarrolle formación especializada en seguridad Francisco Poley Presidente de la Asociación de Directores de Seguridad Integral (ADSI)
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