seguritecnia 428

76 SEGURITECNIA Febrero 2016 E n estos tiempos líquidos, a caballo entre un mundo analógico, del que procedemos y que aún tiene un peso específico considerable, y un mundo donde lo digital parece ser el paradigma ineludible, considero opor- tuno reflexionar sobre cuál puede ser el horizonte de la pro- tección del patrimonio cultural en los próximos años. Espe- cialmente con el auge de nuevas amenazas inimaginables en entornos analógicos. Por ello, me parece especialmente adecuado aprovechar la oportunidad que me brinda, una vez más el equipo de redacción de Seguritecnia , con motivo de la celebración del SICUR 2016. Todo encuentro profesional debe tener en su ADN dife- rentes dimensiones que den respuesta, no sólo a los implí- citos inherentes a los objetivos de sus promotores, sino a la proyección del sector específico. El ‘Big Data’ Me voy a limitar a un aspecto concreto, el Big Data. O, dicho de otra manera, la capacidad y la posibilidad de convertir los datos que captan, almacenan y analizan los múltiples dispo- sitivos que tenemos en nuestros centros, incluso aquellos que no percibimos como tales. Es necesario que nos vaya- mos familiarizando con el universo del Big Data, no sólo para favorecer la toma de decisiones, sino para impulsar la con- figuración de entornos en los que la reactividad puede ser sustituida, en gran medida, por la proactividad. El Big Data está transformando ámbitos estratégicos de nuestra sociedad. Serían inabordables, sin su concurrencia, los avances en sanidad, la implementación de programas de seguridad ciudadana, movilidad, calidad medioambien- tal, eficiencia y eficacia energética, residuos generados en las smarts cities . Sin olvidar la banca electrónica, el deporte, la automoción, la agricultura y la educación, entre otros. Justamente, y vinculadas a los programas de smart cities , el Big Data tiene presencia activa en el patrimonio cultural. Considero oportuno que los profesionales de la protec- ción y seguridad del patrimonio cultural empecemos, no sólo a familiarizarnos con el mismo, sino a ir preparándonos para ser agentes activos. El Big Data supone no un salto cualitativo o cuantita- tivo, sino una mutación de modelo. Los profesionales de la protección del patrimonio cultural no podemos perma- necer al margen de las transformaciones que se van a dar, y que van a repercutir sobre nuestro campo de acción. En un mundo donde la conectividad ya genera nuevos mar- cos, no sólo de relación y de actuación, sino que incide di- rectamente en el diseño de nuevos modelos, debemos aprender no sólo a manejar conceptos, sino a convertirnos en analistas de esos datos para ser prescriptores tanto para nuestras organizaciones como para el resto de actores del patrimonio cultural. Considero que como profesionales expertos en un área tan específica y estratégica para cualquier comunidad como es el patrimonio cultural, debemos empezar a ser capaces de ver qué significará, en un futuro inmediato, el desarrollo de las aplicaciones del Big Data. De entrada creo que puede servir para mostrar la necesi- dad del trabajo en red de todos los profesionales, no sólo de una organización, sino de los diferentes sistemas que inte- gran nuestro sector. Ningún departamento debería estar ajeno a su uso ni a los beneficios de sus sinergias. ¿Os imagináis el efecto sobre la eficacia, la eficiencia, la ex- celencia, la innovación, la inclusividad, la cohesión social, etc., que un equipamiento cultural puede alcanzar si anali- zase de manera sistémica todos los datos que genera? ¿Cuá- les creéis que serían los efectos en la viabilidad de los recur- sos empleados –humanos, tecnológicos, organizativos, etc.- de un análisis sinergético de todos los datos que se generan y que ahora se almacenan fragmentadamente? O ¿Cómo re- percutirá en el desarrollo profesional de los responsables de seguridad de los equipamientos culturales? Como recoge Alex Pentland, un científico de referencia del MIT, a nadie se le escapa que el Big Data no es por sí mismo una panacea libre de vulnerabilidades ni de riesgos. También tiene su “lado oscuro”. Pero ello no es óbice para negar y ne- garse a su conocimiento y uso. Como profesionales de un ámbito crítico en el patrimonio cultural, debemos ir sintién- donos cómodos en una perspectiva que acepte la compleji- dad de nuestra realidad cotidiana como generadora de rea- lidades que construimos entre todos. La dicotomía a la que nos enfrentamos es ser agente activo o pasivo en la preven- ción, protección y salvaguarda del legado cultural común. El futuro está ya en nuestras agendas. S Hacia un cambio de paradigma en la protección del patrimonio cultural: el ‘Big Data’ Jesús Alcantarilla Díaz Presidente de PROTECTURI

RkJQdWJsaXNoZXIy MTI4MzQz