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70 SEGURITECNIA Noviembre 2016 Opinión H ace más de veinte años, lle- gada la primavera, procuraba disfrutar con mi mujer, Pilar, de unos días de asueto en el Pirineo ca- talán, esa magnífica cordillera monta- ñosa emplazada al norte de la Península Ibérica, entre España, Andorra y Francia. Nos conmovía su belleza natural, salía- mos a explorar sus rincones con inter- minables caminatas, incluso llegamos a encontrar lugares íntimos, mágicos, entrañables; sobre todo disfrutamos al descubrir a diario cada uno de los 33 pueblos del valle con su respectiva igle- sia, algunas de ellas verdaderos tesoros del románico, erigidas las más expresi- vas entre los siglos XII y XIII. Nuestras excursiones favoritas se en- caminaban a los lagos de Colomers, macizo de montañas colocadas en cír- culo que dan cobijo en su falda a una cincuentena de lagos estanhs , obra maestra de la naturaleza. Visitamos los Uelhs deth Joeu o Los Ojos del Judío, del Diablo o de Júpiter. Incluso, llega- mos a la zona más alta al Plan dera Ar- tiga, pertrechados con mochila, bas- tones y cantimplora repleta con agua de manantial. Bello lugar entre prados, bajo los altos macizos que lo presiden: el Mallo de la Artiga y el Pico Pomero, guardianes de estos bellos prados y bosques de La Artiga de Lin, lugar in- eludible para conocer si visitamos La Val d´Arán, patrimonio natural difícil de igualar. Una vez coronado el alto, es un verdadero gozo disfrutar de la vista que muestra el valle. Desde las alturas, todo parece verse con mayor claridad, si bien para logar tal contemplación hay que alcanzar la cumbre. La dureza de la ascensión acre- cienta el placer por tomar la meta, arri- bar al final del camino. Complacencia personal, deleite para la vista, premio al esfuerzo, sólo al alcance de la voluntad, de la constancia, de los resueltos a ga- nar la cima. Tras el sudor, el empeño, la fatiga... ha llegado el momento del re- poso, sentado sobre una peña, tran- quilo, mientras recuperas fuerzas, re- flexivo recapacitas en silencio, envuelto por la sobrecogedora montaña, oteas la llanura y de pronto deseas regresar al llano. Un ascenso rápido, sin descanso ni disfrute de cuanto se ofrece a nuestra vista desde la cumbre. A penas llegado a las mismas, genera el mal del páramo, apunamiento, soroche, mal agudo de montaña o si lo prefieren mal de al- tura, debido a la falta de adaptación del organismo al carecer del oxígeno ne- cesario para permanecer en la altitud alcanzada. Lo curioso es que los sín- tomas desaparecen a medida que se desciende a cotas más bajas. Es nece- sario aclimatarse, no agitarse, respetar los consejos de quienes saben, esas re- glas que ayudan a soportar el mal de montaña. Es difícil sustraerse a pensar, tener presente a ciertos empresarios, a la me- diocre clase política y, en general, a esos conciudadanos los cuales experimen- tan unos avances meteóricos, especta- culares, en sus vidas capaces de desva- necer, borrar las condiciones auténticas de la existencia ciudadana que tantos años de sacrificios comunes han cos- tado conquistar. Es cierto que desde la cumbre la perspectiva es completa, grandiosa, hasta se llega a considerar que uno dispone de poderes únicos, desigual al resto de los humanos. Se siente famoso, poderoso, imprescindi- ble, ostenta tanto poder... Hasta cree en su capacidad para cambiar el curso de las cosas. Con el paso del tiempo abri- mos los ojos, sabemos que la cumbre es un lugar inhóspito donde se acu- mula la soledad, crecen las dudas y se pasa parte del tiempo cuidando el riesgo de caer. Concluyo. Ruego al despierto lector sea cauto, evite el mal de altura que su- fren ciertos políticos, emisarios de his- tóricas ideas que depararon pobreza y horror en la Europa del siglo pasado, así como penuria, desesperanza ciudadana en algunos países en el presente, apo- yados por algunos medios de comuni- cación y reforzados con lemas pueriles y superficiales. Lo peor, las ideas, su des- caro, soberbia, arrogancia... al creerse ungidos con suficiente poder como para redefinir el mundo con valores que se han constatado inservibles. Ya saben, del mal, el menos. S Mal de montaña “Echarás de menos los males a los que hoy buscas remedio” Séneca Antonio Ávila Chuliá La cumbre es un lugar inhóspito donde se acumula la soledad, crecen las dudas y se pasa parte del tiempo cuidando el riesgo de caer

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