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84 SEGURITECNIA Enero 2018 Opinión A dmito que en la vida no hay vuelta atrás. Resulta penoso que algunos de nuestros jó- venes no acepten ni consideren los es- fuerzos hechos por las generaciones anteriores, para ellos nada subsiste del duro trabajo de sus antecesores. Esta ju- ventud, nacida con Internet, ha asistido al rápido desarrollo de las nuevas tec- nologías y no recuerda el mundo como era. Los analistas reiteran entre sus ras- gos la falta de madurez, el individua- lismo, altas expectativas, infalibilidad en sí mismos, autoestima exagerada y la demanda de riqueza. Lo quieren todo a la vez. No están dispuestos a transigir con un trabajo poco atrayente y vulgar. Aspiran a legar su huella en la historia, tener una vida fascinante, formar parte de algo grande, prosperar, reformar el mundo que les circunda... Por mi parte me cuesta admitir cier- tas actitudes. Hay una diferencia entre dejar huella o producir cicatrices. Estas últimas son producto del mal, causan dolor y acarrean heridas abiertas, in- quietudes, las cuales es preciso limpiar y cuidar. No se trata de dar pasos, sino de dejar vestigio de ellos. Cada per- sona que desfila por nuestra existencia es única, siempre da un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá quie- nes conseguirán mucho, pero nada de- jarán. Lo importante es lo que cada uno hace con la vida. Vivimos inmersos en nuevas andadu- ras, tanto políticas como económicas; nadie parece enterarse de hacia dónde conduce esta deriva, vagamos ausentes, despreocupados y faltos de interés por conocer el pasado. Las gigantescas em- presas se posicionan poco a poco, in- cluso vadeando el control democrático, lo cual genera turbulencias guberna- mentales, financieras, sin apenas aper- cibirnos de ello, más atentos como esta- mos a otros aconteceres de la sociedad. Desde el poder se permite a ciertas compañías negociar con dureza con los diferentes gobiernos, sindicatos y parte de la sociedad civil, siempre para pro- curar la rebaja de impuestos y alcan- zar especiales condiciones que favorez- can sus inversiones, sin perder de vista un enfoque global de la economía, esti- mando como clientes todo el orbe. Sin duda, las grandes firmas multina- cionales son uno de los ámbitos de in- jerencia más poderosos en este mo- mento, pues llevan a cabo desde sus respectivos centros una acción de do- minio a escala mundial dado su volu- men de gestión, viabilidad de incidir sobre las economías nacionales, con- centrar en pocas manos el poder de decisión y su extensión sobre el con- junto del territorio mundial. Su hege- monía la basan en cuatro elementos: uno, su capacidad en demanda de bie- nes y servicios intermedios; dos, su vo- lumen de compra, en especial a través de las actividades comerciales sobre la fabricación de gran parte del resto del sistema productivo; tres, la oferta, tanto cuantitativa como cualitativa, en base a su magnitud de elaboración y poder fi- jar la línea de las mercancías a consu- mir, y cuatro, su vínculo con el sistema financiero mundial. A nadie asombra que estas empresas aprovechen la expansión mundial para difundir una nueva economía, política y cultural. Nos guste o no, lo tenemos cerca; en definitiva son los inmensos fon- dos económicos usados por la mayoría de las multinacionales, sumando así a los grandes capitales los otros sectores del mercado. En el momento que recapacito acerca del futuro, por mi responsabilidad familiar y empresarial, no dejo de soste- ner que estas transnacionales terminarán comprando las firmas de tope medio en los varios sectores de la economía, para de este modo concentrar en manos de unos pocos los patrimonios de muchos. Son fórmulas viejas como la vida misma, de todos es sabido que la riqueza acu- mulada ha ganado de modo invariable voluntades a quien se ha dejado com- prar o corromper. Me viene a la mente, quizás al tener en la bella comarca leonesa de Babia –cer- cana al límite con Asturias–, que ha mu- cho tiempo era normal por aquellos pa- gos preguntar por el paradero de los reyes de León, a lo cual los paisanos con- firmaban que residían en dicho lugar de- bido a su abundante fauna, donde pa- saban el tiempo despreocupados de los vaivenes e intrigas de la corte. De ahí la frase “estar en Babia”. Y yo me pregunto estimado lector: ¿no estaremos nosotros en estos momentos en Babia? Ustedes disculpen, es lo que hay. S En Babia “Recuerdo incluso lo que no quiero. Olvidar no puedo lo que quiero.” Cicerón Antonio Ávila Chuliá No dejo de sostener que estas transnacionales terminarán comprando las firmas de tope medio en varios sectores, para concentrar en manos de unos pocos los patrimonios de muchos

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