Seguritecnia 472

90 SEGURITECNIA Febrero 2020 Así opinan A lgún SICUR atrás decía que la Ley de Seguridad Pri- vada de 2014 podría ser para nosotros una buena ley si inspirase un buen reglamento. Más cerca, pero algún SICUR atrás, expresaba mi inquietud por cómo las cosas se paraban, ya que mantener la puntería sobre un blanco conlleva un coste de oportunidad que a los guardas no nos era propicio. Todavía más próximo, algún SICUR atrás lamentaba una vacatio legis olímpica por el período de ley sin reglamento, advirtiendo que los guardas andábamos ya en precario y que, en la vía de los hechos, la ley podía hacer agua para nuestros intereses. Oficio degradado Uno, pensando que no hay nada nuevo bajo el sol, todavía se sorprende de los vuelcos que da la vida y sin mucho re- paro pide a este Gobierno tranquilidad. “Lo importante es hacer las cosas bien”, decía el poeta. Y en esto tal vez sea be- neficioso perfeccionar el segundo ciclo olímpico antes de entrar en materia con el Reglamento. Y no voy a pedir los años restantes de legislatura porque me temo que otro tor- pedo está ya navegando hacia los pobres guardas… de caza. Ya no solo es complicado integrar nuestra figura profesio- nal en el sector con normalidad, dejar de ser los parias. Hoy se complica la mera pervivencia del oficio, degradado, car- gado de intrusos, de autónomos/esclavos, de puertas gira- torias que parecen ventiladores. La continuidad laboral, ade- más de escasa frecuencia, es de míseras condiciones. Se trata de un contraste llamativo por la necesidad exis- tente de guardas en un medio rural vacío y pobre. Y por la aceptación que la figura tiene en dos sentidos. Por un lado, la capacidad de ilusionar y embaucar a un trabajador que lo dará todo a cambio de muy poco. Muchos clientes aprove- chan y fomentan estas situaciones de precariedad laboral. Y por otro, el vaciado de profesionales de garantía. Ya no se en- cuentran, por mucho que se demanden y por mucho que se esté dispuesto a pagar, esos guardar “de oficio” que sabían “lo que hay que hacer y cuándo hay que hacerlo”. Y que son base de garantías para orientar adecuadamente ciertas inver- siones. Profesionales que han visto que quien ha sido buen guarda es bueno, reconocido y valorado en cualquier otra profesión. Y que se alejan a disfrutar de vidas y condiciones laborales más cómodas. Mera pervivencia Vemos a urbanitas corriendo como gallina sin cabeza con propuestas para la España vaciada. Vemos a urbanitas de ex- traña catadura moral con ganas de imponernos sus com- plejos respecto a cuestiones de gestión y aprovecha- miento de los recursos naturales como la caza o la gana- dería. Pero no vemos a nadie que, desde su conocimiento, realmente quiera contextualizar lo que es el medio rural y que proponga o, al menos, escuche nuestros plantea- mientos. Y que, entre las existentes en la seguridad pri- vada, posibilite realmente una figura profesional de ga- rantía, de prestigio y de capacidad, que aporte en nues- tros pueblos el plus necesario para el aprovechamiento, el control y la ayuda a la gestión y la garantía a la inver- sión tan necesaria en cualquier actividad. Lamentablemente, cada vez es más obvio que la figura del guarda, por sus propias características, no debe es- tar dentro de la Ley de Seguridad Privada, pensada y di- señada para una exclusiva línea de negocios en la que no se nos posibilita la mera pervivencia. S Guarda, ¿‘quo vadis’? Raúl Beltrán Presidente de Guarderío

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