Seguritecnia 473

SEGURITECNIA Marzo 2020 7 La resiliencia se define como una capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas dad, provocan situaciones de inestabilidad o pueden propiciar el surgimiento de otras amenazas, agravarlas o acelerar su materialización (casualmente, a la crisis sanitaria se superpone, en este preciso momento, una crisis provocada en torno a la forma política de nuestro Estado o a nuestro modelo econó- mico). La globalización ayuda a la aparición de las pandemias; especialmente, en el caso de España, que recibe más de 75 millones de turistas al año, con puertos y aeropuertos que se cuentan entre los de mayor tráfico del mundo. En consecuencia, la ESN, al planificar nuestra seguridad frente a epidemias y pandemias, establece el objetivo de “adoptar planes de preparación y res- puesta ante riesgos sanitarios, tanto genéricos como específicos, bajo el prin- cipio de coordinación entre la Administración General del Estado y las Admi- nistraciones Autonómicas y con organismos internacionales”. Parece lógico si tenemos en cuenta que el primero de los objetivos generales que orientan la acción del Estado en materia de Seguridad Nacional es “desarrollar un modelo integral de gestión de crisis”. A partir de ahí, se desarrollan hasta cuatro líneas de acción para alcanzarlo. Tiempo habrá de analizar si las decisiones adoptadas, o no, con motivo de la crisis del coronavirus se han correspondido con la planificación prevista en el documento. Lo que intentaremos hacer aquí es reflexionar sobre cuál es el deseado estado inicial que deberíamos recuperar tras la perturbación. Porque quizá esta crisis haya sido sólo la última manifestación de un proceso de pér- dida de referencias que, progresivamente, nos ha dejado inermes ante una si- tuación como la que vivimos. En efecto, en un mundo básicamente estable como el que hemos disfru- tado, aunque no exento de riesgos crecientes, fiamos nuestro desarrollo a la mejora de nuestras cuentas de resultados y, apoyándonos en las efímeras ven- tajas de la globalización, no tuvimos reparos en “deslocalizar” nuestras empre- sas, impulsados por la entrada de capitales ajenos que buscaban beneficios rápidos. Ahora, los fondos desaparecerán y nuestra capacidad de producción se ha visto reducida casi a cero. Como si no hubiéramos aprendido nada de la reciente crisis económica, vi- víamos sin más horizonte que nuestro propio bienestar a corto plazo, sin ser capaces de entender nuestra posición en el engranaje del sistema. Todos so- mos necesarios para que funcione y hemos de ver nuestra aportación como una pieza fundamental, que, combinada con las demás, permite el éxito del conjunto. Por eso nuestro trabajo es fundamental y tenemos la obligación de desarrollar los medios para que sirva mejor al sistema. El beneficio individual caerá como fruta madura. Estamos viendo estos días de zozobra, junto a numerosos ejemplos de in- civismo, multitud de homenajes sentidos a colectivos que tienen una espe- cial contribución a la recuperación de todos. Primero fue el personal sanita- rio, pero pronto nos dimos cuenta de que había otros grupos dignos de admi- ración: policías, empleados de supermercados o de gasolineras, transportistas, operadores de redes de suministro de energía y comunicaciones, transporte de viajeros… Yo añado a los siempre olvidados: los que conforman el personal de seguridad privada. En definitiva, estamos descubriendo que todos somos necesarios y que el sistema será tan fuerte como lo sea su eslabón más débil. No importa que sea- én para la vuelta a la normalidad Carta de la Directora

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