Seguritecnia 489

/ Septiembre 2021 22 Control y gestión de alarmas L a pandemia nos ha obligado a poner en práctica todos nuestros conocimientos so- bre continuidad de negocio, estableciendo protocolos de emergen- cia ante una situación no contemplada en nuestros planes de contingencia. De un día para otro, hemos tenido la necesidad de “abrir” nuestras centra- les receptoras de alarmas (CRA) con el objetivo de proteger el principal activo, nuestros equipos de trabajo, aquellos que prestan los servicios de seguridad, y sin los que nuestra actividad sería in- viable. Pero no solo hemos tenido que protegerlos a ellos, sino adicionalmente a las personas de su entorno y, por ende, a la sociedad. Cuando estábamos siendo bombar- deados con mensajes que nos recor- daban la necesidad –e incluso la obli- gación–, de quedarnos en casa para evitar los contagios, el personal de las receptoras seguía estando al pie del ca- ñón. He de decir que el sector en gene- ral, y las CRA en particular, ha estado a la altura, garantizando la continuidad de la actividad a pesar de las complicadas circunstancias. Fue necesario abrir, literalmente, las puertas y ventanas de nuestras recepto- ras, crear grupos burbujas y establecer controles de temperatura. Al inicio de la pandemia, incluso varias veces durante cada turno de trabajo, tuvimos que con- seguir mascarillas donde no las había. También informamos, aconsejamos, hici- mos de psicólogos con nuestro personal, colocamos mamparas, distanciamos los puestos de trabajo de los operadores, desinfectamos constantemente los loca- les y equipos de trabajo, instalamos purifi- cadores de aire... pero todo era poco. Lle- gamos incluso a tramitar alarmas desde fuera de la CRA, algo nunca contemplado en nuestros planes de contingencia pre- covid, ubicando puestos de trabajo en las distintas áreas de nuestras delegaciones, desde Presidencia hasta Recursos Huma- nos, pasando por los centros de forma- ción; siempre garantizando las mismas condiciones de seguridad. Pese a todo, el servicio se ha seguido prestando con garantías. Eso sí, hemos estado sometidos a una gran presión y hemos realizado un gran sobre esfuer- zo, sobre todo por parte de los opera- dores, pero también del personal de estructura, que tuvo que manejar los niveles de servicio, así como equilibrar y motivar a sus equipos de trabajo. Todo ello, a pesar de las circunstancias, una elevada rotación de personal, un alto absentismo por enfermedad u otras circunstancias, como la pertenencia de operadores a grupos de riesgo o la imposibilidad de que algunos abando- nasen su hogar al no poder dejar solas a las personas a su cargo. Por si no teníamos suficiente, cuando habíamos aprendido a gestionar la si- tuación, en enero llegó Filomena, y nos vimos obligados a gestionar una nueva eventualidad: operadores que no podían salir de sus centros de trabajo y muchos otros a los que les era imposible despla- zarse para incorporarse a los mismos. Aun así, una vez más nuestro personal volvió a sorprendernos y las compañías tuvimos que reaccionar. ¿Cómo? Articu- lando servicios de transporte con vehí- culos todo terreno para realizar los re- levos de personal, habilitando áreas de descanso en las oficinas para aquellos a los que les era imposible retornar a sus hogares, organizando el abastecimiento de alimentos... Todo esto nos debe hacer reflexionar. Tenemos unas CRA bunkerizadas, pero ¿qué es lo que debemos proteger real- mente si no la propia actividad, garanti- zando la continuidad del servicio? ¿Qué ocurre cuando no podemos trabajar dentro de nuestras CRA? No podemos obviar que nos encon- tramos en un entorno VUCA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo) y debe- mos estar preparados para lo que pue- da venir. Las centrales receptoras de alarmas durante la pandemia y sus retos actuales M anuel P orras B orrajo C oordinador del área de CRA de la A sociación española de E mpresas de S eguridad (AES)

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