El objetivo general del presente artículo no es otro, sino el de analizar de manera rigurosa y objetiva el apagón masivo del 28 de abril de 2025 en España y Portugal, al evaluar sus causas, consecuencias y el efecto dominó sobre infraestructuras críticas, con especial énfasis en la resiliencia del sistema energético y digital, la seguridad pública y la necesidad de reforzar los protocolos operativos, legales y de ciberseguridad para evitar futuros incidentes de esta magnitud.
Muchas son los riesgos a las que cualquier sociedad está expuesta, el último y más reciente en nuestro país, lo hemos detallado en el artículo Análisis de una catástrofe por DANA. El concepto de “cero eléctrico” hace referencia a un apagón completo y permanente del suministro eléctrico, que podría desencadenar un colapso tecnológico y digital.
Este fenómeno, ya no hipotético porque ya ha sucedido, como analista de inteligencia y seguridad, en el contexto geopolítico actual, tiene implicaciones profundas para la sociedad moderna. La dependencia global de la electricidad y los sistemas digitales hace que este escenario sea crítico para la seguridad humana y, por ende, la seguridad global.
Un “cero energético” puede interpretarse como un estado de equilibrio absoluto en el que no hay transferencia ni presencia de energía en un sistema. En cierto modo, es comparable con un “cero digital”, que representa la ausencia de valor en un sistema binario, que se manifiesta por la ausencia de carga eléctrica en un sistema, como “un estado neutro” en informática, (una ausencia de valor o señal dentro de un sistema binario).
El ‘blackout’
El blackout1 total, del 28 de abril de 2025, en España y Portugal, no solo dejó a millones de personas sin electricidad, sino que también expuso la fragilidad de las infraestructuras críticas y la dependencia absoluta de la sociedad moderna a la energía y la conectividad.
Lo que comenzó como un “cero energético”, una caída abrupta del suministro eléctrico, se transformó en un “cero digital”, paralizando sistemas de comunicación, transporte, sanidad y seguridad, entre otros. Pero más allá de la magnitud del apagón, hubo un aspecto particularmente alarmante: la caída del sistema Cometa, la plataforma de supervisión y alerta para la protección de mujeres víctimas de violencia de género.
Durante horas, muchas mujeres víctimas de violencia de género quedaron completamente desprotegidas, sin posibilidad de activar alertas ni recibir asistencia inmediata. Este fallo no solo puso en riesgo vidas, a la par deja en evidencia la falta de medidas de respaldo en sistemas esenciales de seguridad. Si un evento similar volviera a ocurrir sin soluciones adecuadas, el impacto podría ser aún más devastador.
Por otra parte, la electrificación total de los vehículos de emergencia representa una seria vulnerabilidad operativa en situaciones de crisis. Estos vehículos dependen completamente de la infraestructura eléctrica para su recarga, lo que los hace inoperativos cuando el suministro energético falla.
Este apagón no solo es un fallo técnico, sino una advertencia sobre la vulnerabilidad de nuestras infraestructuras críticas
En un escenario de colapso total del sistema eléctrico como el vivido, los servicios esenciales (ambulancias, vehículos policiales y de seguridad, servicios de salvamento y extinción de incendios, así como otros), ante la falta de energía para su recarga, son absolutamente incapaces de atender emergencias críticas y vitales.
Además, la falta de infraestructuras de respaldo en estaciones de carga impide garantizar su operatividad en eventos prolongados, afectando la capacidad de respuesta inmediata y poniendo en riesgo la seguridad de la ciudadanía, pues estos vehículos son los primeros en intervenir ante catástrofes y deben contar con autonomía asegurada en cualquier circunstancia.
Lo más inquietante, no fue solo la magnitud del apagón, sino el hecho de que nadie lo esperaba, (o al menos, nadie en el Gobierno ni en las empresas energéticas). Apenas unas semanas antes, el presidente del Gobierno, junto con los principales representantes del sector energético, aseguraban públicamente que, un evento de esta escala era imposible. Red Eléctrica llegó a afirmar el 9 de abril que: «no existe riesgo de apagón» y que el sistema estaba garantizado.
Vulnerabilidades de las infraestructuras críticas
Sin embargo, muchos analistas de seguridad e inteligencia ya habíamos advertido sobre la posibilidad de un colapso energético, alertando sobre la vulnerabilidad del sistema y la falta de medidas de contingencia adecuadas, orientamos en la necesidad del preparacionismo, así como del “kit de emergencias”, por el que muchos fuimos criticados. Advertencias que fueron desestimadas y tachadas de alarmistas, hasta que, en apenas cinco segundos, 15 gigavatios desaparecieron, como por arte de magia, de nuestro sistema eléctrico español, desencadenando una crisis sin precedentes. Para contextualizar, si esos 15 gigavatios se hubieran utilizado para alimentar hogares, podrían haber mantenido encendidas más de 10 millones de viviendas simultáneamente. Es como si, de repente, toda la electricidad de Madrid, Barcelona y Valencia, juntas, se evaporara en cuestión de segundos.
Este evento energético y digital ha demostrado que la estabilidad energética no es un hecho garantizado, sino una ilusión que puede desmoronarse en cuestión de segundos. La interconexión entre el suministro eléctrico y los sistemas digitales ha convertido a los apagones en algo más que una simple interrupción de luz: ahora representan una amenaza directa a la operatividad de un país entero ¿Cómo pudo ocurrir algo que, según las autoridades, nunca iba a suceder? ¿Qué medidas deben tomarse para evitar que el cero energético y el cero digital vuelvan a colapsar la sociedad?
Este apagón no solo es un fallo técnico, sino una advertencia sobre la vulnerabilidad de nuestras infraestructuras críticas. La pregunta ya no es si volverá a ocurrir, sino cuándo y con qué consecuencias.
¿Ciberatque?
Como analista de inteligencia y seguridad, considero que los indicios observados apuntan a la posibilidad de un ciberataque. Sin embargo, reconocer públicamente esta hipótesis implicaría admitir una vulnerabilidad en la infraestructura digital y energética del país, lo que podría tener consecuencias estratégicas y de Seguridad Nacional.
Históricamente, los apagones pueden deberse a múltiples factores, como fallos técnicos, sobrecargas en la red, condiciones meteorológicas extremas o incluso errores humanos. En este caso, la interrupción del suministro eléctrico afectó no solo a España, sino también a Portugal y parte del sur de Francia. La simultaneidad y magnitud del evento, nos ha llevado a algunos expertos, a considerar la posibilidad de una acción deliberada contra el sistema eléctrico.
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