César Álvarez, coordinador de proyectos de la Fundación Borredá.
César Álvarez Fernández Coronel de la Guardia Civil y coordinador de proyectos Fundación Borredá

In memoriam del comisario principal Esteban Gándara Trueba Gigante

César Álvarez y Esteban Gándara se funden en un abrazo.

In memoriam de Esteban Gándara Trueba:

No puedo creer que esté escribiendo estas líneas para decirte adiós. Siento que debo hacerlo, porque el mundo que compartimos merece conocer cada relato para comprender tu verdadera dimensión; pero, ¡qué injusto! Estabas en la plenitud de tu vida y ya te reclaman para atender asuntos más elevados.

Te conocí un día de mayo de hace 11 años, cuando yo aterrizaba en el campo que, por entonces, era tu espacio de atención preferente, la seguridad privada. Aterrizaje en cierto modo forzoso para mí y, desde luego, a ciegas, porque lo desconocía todo sobre él. Desde ese primer día supe de tu enorme capacidad para dominar el tema que te ocupase, de modo que, sin pretenderlo, marcaste mi trayectoria porque me obligabas a intentar estar a tu altura. No era fácil, ni mucho menos, pero conté siempre con tu ayuda y aprendí de ti casi todo cuanto sé de este asunto.

Tu desbordante personalidad se sustentaba sobre tres sólidos pilares: fe, familia y Policía Nacional. Resultado de las firmes convicciones de tu fe ha sido la seguridad con que abordabas tus obligaciones: si estabas convencido de algo, ya no conocías obstáculos para seguir adelante. Sentirte Policía por dentro y por fuera te dio el estilo que te adornaba y un componente de honestidad a prueba de bomba. Y no sólo honestidad como condición de probidad, sino honestidad intelectual, que te permitía valorar siempre en su justa medida las ideas de los demás, aunque no coincidieran con las tuyas. De ambas cualidades soy testigo privilegiado. En cuanto a la familia, la prueba de tu pasión era el modo en que construías con ellos un espacio íntimo, a salvo del mundanal ruido, pero cargado de un profundo sentimiento de orgullo: recuerdo tu dolor desgarrado por la pérdida de tu hermano o las conversaciones sobre el legado de tu padre.

Sé que había más pilares en tu vida, pero, incluso para mí, el Real Madrid no está a la altura de los anteriores. Lo cito por ti, pero estoy seguro de que comprenderás que lo haga de pasada…

Junto a estos rasgos de carácter, hacías gala permanentemente de una cualidad que nunca dejaba de impresionar a cuantos te acompañábamos en el camino: tu inmensa capacidad de trabajo. Estoy seguro de que todos en tu entorno la sufrieron y te amaron por ello al mismo tiempo. Yo también. Esa dedicación absoluta a cualquier causa, que en tu caso sólo podría ser noble, quedará para el recuerdo de todos cuantos tuvimos la fortuna de conocerte.

Yo fui en eso un privilegiado. Espectador muy próximo de tus inquietudes intelectuales, vi cómo supiste aglutinar y encauzar las justas demandas del sector de la seguridad privada, cargado de agravios e inquietudes, pero huérfano de liderazgo y esperanza. Te pusiste a la cabeza y lograste con tu empuje enjugar el retraso que padecía y colocarlo en la senda del futuro. Lástima que los vientos no ayuden en la singladura, porque tu obra merecía mejor colofón.

Disentíamos en la brevedad de los mensajes: los tuyos eran profundos y largos y los míos, al menos, breves. Hoy me gustaría ser, además de breve, contundente en tu homenaje, pero me atropellan los recuerdos y el dolor, y eso se me queda dentro. Sólo una idea para el mundo: fuiste un gigante que nos regaló el destino y todos nosotros unos afortunados por haber compartido el mundo contigo. Un mundo que tú hiciste mejor, pero que será peor sin ti.

En la milicia, donde los compromisos personales constituyen un ingrediente permanente en el devenir profesional, se dice siempre que un jefe es tan bueno como firme sea la lealtad de sus subordinados. Es evidente que tú lo fuiste tanto como para ganarte el cariño y la lealtad de tantos como veían en ti el ejemplo a seguir. Hoy, huérfanos de líder, lloran tu pérdida.

Sí, fuiste un gigante y te has ido demasiado pronto. Te llevas nuestra admiración y respeto infinitos, pero seguirás entre nosotros porque tu recuerdo es imperecedero.

¡HASTA SIEMPRE, ESTEBAN!