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SEGURITECNIA Diciembre 2015 37 Seguridad Nacional costes políticos que afectan a la credi- bilidad de la ciudadanía hacia las admi- nistraciones locales, regionales o estata- les; consecuencias económicas deriva- das de los esfuerzos de restauración de servicios o de la pérdida de puestos de trabajo; y consecuencias personales, en caso de mala gestión, que pueden aca- rrear un impacto reputacional sobre or- ganizaciones públicas y privadas. En la gestión de situaciones de cri- sis ha primado durante años un en- foque caracterizado por lo que Alfred Sloan, director de la compañía estado- unidense General Motors, definió como un control centralizado y una ejecución descentralizada. Esta aproximación se sustenta en el flujo de la información desde los órganos ejecutivos hacia los órganos directivos, y de las decisiones desde éstos a los órganos ejecutivos a través de estructuras verticalizadas. Este modelo se basa en la premisa de que la organización dispone del tiempo nece- sario para desarrollar este tipo de pro- cesos o que el coste producido por el retraso en la toma de decisiones es me- nor que el coste derivado de la supre- sión de los órganos de supervisión. Sin embargo, la evolución del entorno y de los desafíos a los que se enfrentan las organizaciones en el mundo actual, donde el riesgo que presenta la toma de decisiones a destiempo es demasiado alto, hacen pensar que se está produ- ciendo un cambio de paradigma hacia un modelo más horizontal de ejecución coordinada, que se caracteriza por el in- cremento del conocimiento entre todos los actores implicados; y un control des- centralizado a través de las diferentes or- ganizaciones concernidas, de acuerdo a sus cometidos y competencias, y cuya actuación debe estar enmarcada en un nuevo modelo de liderazgo que propor- cione las condiciones adecuadas para el desarrollo de sus cometidos. Finalmente, un aspecto de capital im- portancia durante la gestión de las si- o emergencia, antes de que se evolu- cione hacia situaciones de crisis. Crisis actuales Las tradicionales definiciones de situa- ciones de crisis son poco amplias para abarcar la compleja realidad del mundo actual, que transcurre a través de ten- dencias como la hiperconectividad y el desarrollo exponencial de la tecnolo- gía. Las situaciones de crisis no pueden ser tratadas durante más tiempo como aspectos externos de nuestra vida dia- ria, antes bien, deben ser consideradas como fenómenos que son parte inte- gral de nuestras sociedades y del modo de vida que queremos desarrollar. Bajo estos parámetros, una situación de crisis, en cualquier ámbito, puede ser definida como aquella situación que se produce por los efectos de una ame- naza sobre las estructuras básicas o los procesos fundamentales de un sistema, que hacen necesario desarrollar pro- cedimientos de toma de decisiones in- fluenciadas por un alto nivel de incerti- dumbre y por la urgencia en su adop- ción. De forma genérica, las situaciones de crisis se pueden definir por lo tanto por la gravedad de sus efectos y la di- mensión, la urgencia y transversalidad de las medidas para su resolución. Por otra parte, las situaciones de cri- sis siempre provocan escenarios cuyos efectos pueden incluir, entre otros, cos- tes humanos tales como la pérdida de vidas humanas o los traumas post cri- sis; la afectación de infraestructuras crí- ticas que proporcionen servicios de te- lecomunicaciones, energía o transporte; nómeno de la globalización y los dife- renciales de desarrollo humano entre diferentes zonas del mundo. Estos de- safíos se convierten en auténticos po- tenciadores que pueden generar nue- vas amenazas o multiplicar y agravar los efectos de las ya existentes. En segundo lugar, la gestión de estos desafíos estará caracterizada por el flo- recimiento de situaciones de crisis que presentan un carácter que transciende las fronteras de los Estados; todo ello en el marco de tendencias que disipan la autoridad centralizada a nivel estatal en el mundo occidental; una influencia de- cisiva de los medios de comunicación social y de la percepción de una po- blación que cada vez accede de forma más inmediata a contenidos informati- vos que pueden influir en la considera- ción que un evento puede alcanzar; y en los avances en las tecnología de la información y las comunicaciones cuyo alcance y velocidad de transmisión ha alterado la tradicional comprensión de la relación entre espacio y tiempo 2 . Además, el auge de las tecnologías de la información ha dado lugar a un sistema en el que las dependencias son cada vez más intensas, unas de ma- yor apariencia que otras, entre diferen- tes sistemas, no sólo en el marco nacio- nal, sino también más allá de las propias fronteras. A medida que la dependen- cia en estas tecnologías va alcanzando la práctica totalidad de los ambientes de nuestra vida, surge irremediable- mente la duda sobre si los sistemas de gestión de crisis podrán tomar el con- trol ante situaciones de contingencia 2. Uno de los ejemplos con mayor significación social es el impacto de las redes sociales, tanto para iniciar o agravar una crisis como para contribuir a su gestión. Para ampliar la influencia de las redes sociales en el desarrollo de situaciones de crisis se puede consultar a Canhoto et al., Congent Busi- ness & Management (2015), 2: 1084978. http://dx.doi.org/10.1080/23311975.2015.1084978 Nuestras sociedades se enfrentan a desafíos que nos abocan a la gestión de la incertidumbre y aceptar la inevitabilidad de ser sorprendidos

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