Seguritecnia 499

/ Enero-Febrero 2023 104 Seguridad en Museos der o estar influenciado por intereses u opiniones en cierto modo condicionadas por la política de la empresa. Una vez detectadas y evaluadas las amenazas mediante análisis de riesgos, actualizamos el plan de seguridad tan- to en su contenido general como en los procedimientos específicos. ¿Qué tecnologías son más útiles para la seguridad de este tipo de instala- ciones? ¿Cómo le gustaría que evo- lucionaran dichas tecnologías en los próximos años para elevar los niveles de protección? Hoy en día no podemos percibir una se- guridad no acompañada de tecnología. Es más, la tecnología en vigilancia no es tan solo una herramienta que mejora el servicio, sino que los sistemas de segu- ridad son imprescindibles hasta el punto que convierten al vigilante de seguridad en un operario tecnológico avanzado, relegando la presencia física a un plano meramente disuasorio y de intervención como ‘última ratio’. Los sistemas de seguridad analizan las instalaciones, generan barreras físi- cas y/o virtuales, informan de cualquier incidencia, actúan según necesidades de cliente, registran datos y grabaciones en sistemas que garantizan su confiden- cialidad y veracidad y dan el punto de salida para actuar en el mínimo tiempo indispensable e incluso, dependiendo del evento detectado, poder avisar con tiempo suficiente al 112. Estamos obligados a ver cómo la tec- nología, cada vez más, va a ser el gran protagonista de los museos. Pero no solo hablamos de seguridad física, que también, sino a una red de seguridad de análisis de datos intercomunicada entre los museos y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Este es el gran reto: poder disponer de una información directa, fluida y efectiva donde no haya lugar a errores ni respuestas tardías. Para ello, los sistemas de seguridad nos darán información de hechos delicti- vos en el momento justo de producirse y gracias al análisis de riesgos inmediatos podrían incluso adelantarse al momento de su ejecución. Suena a ciencia ficción, pero tecnoló- gicamente ya es una realidad. Podríamos cruzar la información de comportamien- tos dudosos con situaciones análogas, bases de datos de comportamientos y registros de antecedentes policiales. Todo ello mediante un análisis de riesgo espacio-temporal que nos daría informa- ción preventiva para llegar a tiempo a un alto número de incidentes. A día de hoy, una de las barreras que nos hace aminorar el paso no es preci- samente la tecnológica, sino un claro principio ético-moral. La protección de las personas físicas en relación con el tratamiento de datos personales es un derecho fundamental reconocido en el artículo 18.4 de la Constitución españo- la”. Pero ¿hasta dónde podremos llegar para garantizar la seguridad de las per- sonas? Es decir, ¿hasta qué punto el fin justificará los medios? ¿Será lícito poder disponer de datos personales de todos los ciudadanos para introducirlos en ese cóctel o análisis de riesgos para proteger a la sociedad? En caso de no contar con datos perso- nales, es cuestión de tiempo que poten- tes herramientas informáticas de análi- sis de movimientos, gestos y contraste con el medio nos den informaciones que lleven a una análoga conclusión: garan- tizar la materialización de un delito con la mayor premura posible. Otra de las piezas clave es el papel que desempeñan todos los profesiona- les de los museos. ¿Cree que ha cam- biado esa percepción de que las medi- das de seguridad son una molestia o impedimento? La percepción ha variado, pero no tan- to como quisiéramos. Los profesionales de los museos son conscientes de la importancia de los activos que poseen. Por eso buscan cómo hacer llegar el mu- seo al máximo público. Aunque ambas cosas, en un principio, son compatibles, la seguridad de nuestro legado está en continua revisión y adaptación al interés general generado en cada momento. Con el fin de que las medidas de se- guridad no supongan una traba en la conquista de la afluencia deseada, nos vemos obligados a adaptarnos y reinven-

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