Elena Sánchez Blanco Directora de Seguridad e InteligenciaGrupo Santander

"Tenemos que cambiar la manera en que las organizaciones conciben a los equipos de seguridad"

Elena Sánchez, directora de Seguridad e Inteligencia de Grupo Santander.

Las grandes corporaciones operan en un escenario geopolítico tremendamente inestable, por lo que el conocimiento del entorno es crucial. De esto último, una de las mayores expertas en España es Elena Sánchez, que desde 2018 dirige el Área de Seguridad e Inteligencia del Grupo Santander (compuesta a su vez por tres departamentos), si bien ha dedicado toda su vida a la seguridad nacional. Sánchez nos abre las puertas de la entidad para analizar los principales retos de la protección corporativa y cómo la inteligencia se ha convertido en un proceso imprescindible hoy en día.

Usted se incorporó al Grupo Santander en 2018 como directora de Seguridad e Inteligencia. ¿Cuáles son los principios que le han guiado para desempeñar la función de seguridad en la entidad?

Siempre me guían la ética del respeto, la honestidad y la responsabilidad, y, en el día a día, también la voluntad de servicio y los principios de eficacia y eficiencia.

¿Cómo está estructurada actualmente el Área de Seguridad del Grupo Santander y cuáles son las funciones de cada departamento que la componen?

Nuestra estructura es sencilla. El Área de Seguridad e Inteligencia se organiza en tres departamentos: el de Seguridad Física, a cargo de la seguridad de personas, datos e instalaciones; el de Seguridad Bancaria y Coordinación, responsable de la seguridad de nuestra red de oficinas y de la coordinación con los departamentos de seguridad de todos los países en los que está el Grupo Santander, así como con Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; y un tercer departamento, de Inteligencia y Amenaza Interna, que elabora inteligencia y lleva a cabo procesos de vetting. Somos un grupo de personas pequeño, lo que nos permite interactuar mucho, además de ser ágiles y flexibles.

Una de las novedades que se produjo con su llegada fue la introducción de un modelo de inteligencia corporativa. ¿Cuáles son las principales características de dicho modelo y hasta qué punto aporta un valor añadido a la seguridad global de la entidad?

Las características que diferencian nuestro modelo de inteligencia son que está recogido en un documento normativo del Grupo Santander y que, por tanto, ha sido aprobado y publicado como parte de nuestro gobierno interno. Este documento contempla la creación de capacidades de inteligencia propias y establece un sistema de inteligencia integrada para el Grupo, en el que la función de seguridad e inteligencia no trabaja aislada.

En cuanto a su valor añadido, el modelo ya está consolidado en el Grupo. Hemos probado que la inteligencia contribuye de un modo muy relevante a proporcionar seguridad, facilitando información contrastada y la toma de decisiones mejor informadas.

De los tres departamentos que componen el Área de Seguridad e Inteligencia del Grupo Santander, ¿qué proyectos destacan por cubrir una necesidad o por los resultados obtenidos?

Los principales logros recientes que yo destacaría son tres: uno, nuestra adaptación y el nivel del servicio que dimos al Grupo Santander durante la pandemia y postpandemia por COVID; otro, la calidad de la capacidad de inteligencia que hemos construido; y, un tercero, la integración que hemos hecho de los equipos de Seguridad de Santander España y de nuestro centro corporativo en uno solo, que ha sido impecable.

Entre nuestros proyectos actuales, la iniciativa WISE (Women In Security), cuyo objetivo es empoderar a las mujeres que ya trabajan en seguridad en el Grupo Santander y atraer a las nuevas generaciones, es ahora mi reto más personal.

Elena Sánchez, directora de Seguridad e Inteligencia de Grupo Santander.
Elena Sánchez, directora de Seguridad e Inteligencia de Grupo Santander.

¿Cuáles destaca como los principales riesgos y amenazas a los que han de hacer frente las grandes entidades financieras internacionales?

El horizonte de amenazas que, potencialmente, pueden tener impacto en las entidades financieras se extiende desde las amenazas externas y las crisis globales hasta las amenazas internas. En inteligencia, además de la amenaza interna, consideramos especialmente relevantes la inestabilidad geopolítica, el terrorismo, las amenazas híbridas, las campañas de desinformación, las amenazas tecnológicas y los ciberataques, el crimen organizado, el cambio climático, el activismo violento y las actividades de inteligencia de actores hostiles.

En cuanto a los riesgos, entendidos como la probabilidad de que se materialice una amenaza, los que más trabajo nos demandan son los no financieros. Entre ellos, el riesgo sobre el que más he aprendido en estos años es el reputacional; algo aparentemente tan simple como una imagen, una frase poco objetiva, un comentario manipulado o una información no contrastada puede tener un alto impacto potencial en el prestigio y en la operación de una gran organización.

El mundo es cada vez más inestable e incierto, a lo que se suma la digitalización acelerada que estamos viviendo. Desde su punto de vista, ¿cómo está cambiando este escenario el concepto de seguridad, en general, y en las entidades financieras, en particular?

La incertidumbre, igual que las crisis, hace que valoremos más lo básico frente a lo accesorio. Y la seguridad es una de las necesidades más básicas tanto de los seres humanos como de las organizaciones. Como dice la pirámide de Maslow, sólo cuando la seguridad está cubierta se desarrollan en las personas necesidades y deseos más elevados, sociales, de reconocimiento, etc. En las organizaciones ocurre algo parecido: sólo cuando tienes una base sólida de seguridad puedes operar, crecer e innovar como negocio.

Mi experiencia está siendo que las crisis concatenadas que vivimos están haciendo que las organizaciones presten más atención a sus necesidades de seguridad. Y, de todos los factores que condicionan la seguridad, se ha incrementado especialmente el interés en la geopolítica. Los impactos exponenciales de conflictos como los que estamos viviendo en Ucrania o en Oriente Próximo, que producen tensiones globales, están haciendo que muchas organizaciones busquen expertos en inteligencia y en análisis geopolítico; en Santander fuimos pioneros en esto, con nuestro modelo de inteligencia. Además, en la actualidad, hay cuestiones geopolíticas que están condicionando la actividad económica y comercial de algunas empresas. Las sanciones económicas sobre algunos países (Rusia, Corea del Norte, Irán, etc.), las restricciones de exportaciones a China por parte de Estados Unidos en el entorno de las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, microchips), los vetos a compras de petróleo/gas o el rechazo de India a fabricar coches Tesla cuando sus componentes provengan de Shanghai −su rival chino– son claros ejemplos de ello.

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