Miguel Vidueira, director técnico de CEPREVEN
Miguel Vidueira Director técnico CEPREVEN

La seguridad y prevención contra incendios en los museos

Colocación de un cuadro en una sala de museo.

Una obra de arte es un objeto único e irrepetible y, por tanto, muy singular, testimonio de nuestro pasado y documento del proceso evolutivo y quehacer de la humanidad a lo largo de la historia. Pero es, además, y sobre todo, un conglomerado de materiales de gran fragilidad que sobreviven en un equilibrio inestable con el ambiente que les rodea.

Por esta razón, los esfuerzos de los museos están encaminados, desde hace un tiempo, a la conservación preventiva; es decir, al estudio de la incidencia que el entorno ejerce sobre dichos objetos para prevenir en lo posible los efectos nocivos, responsables de las reacciones de degradación. Dentro de esta política de prevención se contemplan todos los factores presentes, incluyendo aquellos derivados de las condiciones medioambientales o contaminantes, y también el incendio que, por su capacidad devastadora, es quizás uno de los más importantes.

Por ejemplo, la temperatura es un parámetro fuertemente dependiente del incendio. A los 80 grados centígrados, los materiales que forman la capa pictórica empiezan a reblandecerse, se vuelven inestables y empiezan a descomponerse. A partir de 140, los daños son irreversibles. Este proceso de identificación de peligros es, de hecho, la primera fase de una evaluación de riesgos (el análisis).

En una segunda fase se analizará tanto la probabilidad como el daño asociado a cada riesgo identificado, lo cual permite lograr una cuantificación. Existen distintas metodologías que permiten hacer este tipo de evaluación.

Medidas de prevención de incendios en museos

Una vez cuantificado el riesgo, en función de la gravedad del mismo, puede ser necesario implementar medidas para reducirlo. Esta reducción implica actuar bien sobre la probabilidad de que ocurra el riego o bien sobre el daño previsto. En el primer caso se establecerán medidas preventivas; en el segundo, habrá que actuar directamente en la implementación de medidas que permitan reducir el daño previsto.

Entre las medidas preventivas se encuentran las organizativas, estableciendo, por parte del responsable de seguridad del edificio, los protocolos necesarios para minimizar riesgos. Por ejemplo, la implantación de un permiso de fuego para los casos en los que sea necesario realizar trabajos de corte y/o soldadura, la frecuencia de las rondas de los vigilantes, los aspectos a comprobar durante estas rondas, la vigencia de los mantenimientos de sistemas de protección contra incendios, etcétera.

Es necesario establecer un plan de salvamento de las obras de arte que comience por establecer un catálogo de prioridades

Otro aspecto importante en este ámbito es la prevención de incendios durante el transporte de las obras de arte, algo que hay que tener muy en cuenta dado que es cada vez más habitual el préstamo de colecciones entre museos. Hay que utilizar embalajes apropiados, en cajas que no solo sean ignífugas, sino que sean capaces de proporcionar aislamiento térmico, estanquidad al agua y estabilidad en las condiciones climáticas dentro de la caja. Además, se podrían plantear medidas específicas en la caja del camión o contenedor que transporta las obras de arte, como detección automática de incendios y un sistema de extinción automático.

Catálogo de prioridades

En cuanto a la minimización de daños, es necesario establecer un plan de salvamento de las obras de arte, el cual comienza por establecer un catálogo de prioridades. Lamentablemente, en caso de incendio en un museo o edificio histórico, el tiempo con el que se cuenta para poder realizar un salvamento de las obras con seguridad para el personal involucrado es limitado, por lo que hay que establecer una prioridad. Un sistema de clasificación puede ser:

  • Prioridad A: artículos de valor patrimonial internacional. Este grupo estará constituido por un conjunto mínimo de obras que han de ser las primeras en evacuar por su significación histórica o valor artístico.
  • Prioridad B: artículos de valor nacional que son importantes para explicar la historia del edificio o sus ocupantes. También se compondrá de un reducido número de piezas.
  • Prioridad C: artículos que pueden ser difíciles de sustituir.
  • Sin clasificar: por razones de su relativa falta de importancia o porque puedan ser demasiado difíciles de transportar, pesados o grandes para pasar por ventanas o puertas.

Para cada uno de los artículos en esta lista se establecerán las vías posibles de evacuación, dónde está situado el armario que contiene el material de seguridad preciso para la actuación y evacuación, a qué lugar hay que llevar los objetos durante la incidencia y quién es el encargado de hacerlo. Por ejemplo, una primera actuación previa a la evacuación es la protección de la obra con plástico (frente a agua de los sistemas de extinción, humo…) o con una manta ignífuga (fuego). Las indicaciones más importantes vinculadas a esta priorización pueden estar marcadas en una etiqueta con un color asociado a la prioridad al lado de la obra expuesta o sobre la caja en la que se guarda en el almacén.

Caso de incendio

También se puede minimizar el daño mediante la implantación de sistemas de seguridad contra incendios. Una detección automática del tipo adecuado puede ayudar a iniciar las labores de intervención y salvamento con precocidad. Para la selección del sistema de detección, debe seguirse la máxima general de que la tecnología de detección ha de ser adecuada al tipo de incendio esperable. La mayoría de incendios de materiales sólidos, y el caso de las obras de arte no es una excepción, tienen una evolución lenta al principio, con emisión de humos y gases que se pueden detectar con sensores de humo. Otras tecnologías, como la detección térmica o detección de llama, darían lugar a una detección más tardía.

En cuanto a los sistemas de extinción, su implantación debe ser objeto de un análisis que considere tanto las características del incendio esperable como los posibles daños colaterales que el sistema de extinción produzca sobre las obras. Es evidente que un mismo agente extintor tendría diferentes efectos sobre una escultura y sobre una obra pictórica. Por ejemplo, los gases producen descensos súbitos de humedad y temperatura, el polvo puede tener efectos corrosivos y el agua producirá la dilución de algunas técnicas pictóricas y puede causar cambios dimensionales por hinchazón de maderas y telas.

En definitiva, la elección del sistema de extinción supone un compromiso entre las ventajas directas de controlar o extinguir el incendio y los posibles daños colaterales a las obras de arte que se pretende proteger. En este sentido, habría que respetar las siguientes reglas:

  • No se puede implantar un sistema sin previa autorización de Conservación-Restauración.
  • Se ha de evaluar la correlación entre protección y posibles daños.
  • La posibilidad de un daño ha de evaluarse en laboratorios especializados para decidir si es asumible el tiempo de reacción antes de ser irreversible, la forma de subsanación, el método de recuperación, las consecuencias finales, etcétera.