toni ponce rosete
Toni Ponce Vicepresidente OSICH

Plan de autoprotección: ¿documento o herramienta de gestión de seguridad?

Doctor trabajando en hospital

Los que me conocen saben que todo conocimiento que uno adquiere en su experiencia relacionado con la seguridad en centros sanitarios no sirve de nada si no se comparte. Con este artículo quiero compartir, con una visión general, mi manera de ver y de proceder en todo el proceso que conlleva el “mantenimiento” de un plan de autoprotección. Espero que os sea útil.

No hay discusión en que un plan de autoprotección, en cuanto a su elaboración, registro y posterior archivo en nuestra estantería, es de inicio un documento. ¡Qué bien! Ya cumplimos con la normativa… El problema es que sigamos viéndolo como un documento para decorar nuestra estantería y consultar después de haber sucedido un incidente.

Hay que pensar que, en dicho documento, se describen diferentes aspectos que dimensionan nuestra capacidad de respuesta ante una posible situación de riesgo en el momento de haber sido redactado, y que muchos de estos aspectos (instalaciones de riesgo, instalaciones de protección contra incendios, procedimientos de respuesta, etc.) pueden haber sufrido variaciones a posteriori. Por ejemplo, en el caso de obras de ampliación o de mejora que modifiquen el uso y que afecten a la evacuación o incluso por la variación de la plantilla de empleados.

No hay que obviar que dichos aspectos a los que hago referencia deben ser conocidos no solo por el redactor de dicho documento y el titular de la actividad, sino que han de ser divulgados a la totalidad de los empleados; y estos deben ser, a su vez, debidamente formados en el manejo de los equipos de protección y los procedimientos de actuación.

El problema es veamos el plan de autoprotección como un documento para consultar después de haber sucedido un incidente.

Un documento vivo

Vaya, la cosa va cambiando. De ser un documento de estantería, parece ser que este “se mueve”, ¡que está vivo! ¡Claro que está vivo!:

  • Las instalaciones de riesgo requieren un control más estricto (organismos de control autorizado).
  • Las instalaciones de protección contra incendios requieren de un mantenimiento según el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios que nos garantice el funcionamiento continuo de las mismas.
  • Divulgar y formar a los empleados no se hace en un día. Debe ser continuo.
  • Los protocolos de actuación se deben testear periódicamente (simulacros).

Todo ello, junto con la documentación debidamente registrada que acredite las actuaciones realizadas sobre estos ítems, y que forman parte del documento vivo, nos servirá de herramienta de gestión de seguridad (ya tenemos la respuesta inicial de encabezamiento de este artículo).

Plan de autoprotección actualizado

Seguimos. Si como mínimo estamos haciendo esto, ya lo estamos implantando, ¿no es así? Si nos fijamos en la Norma Básica de Autoprotección en cuanto a su vigencia y criterios para su actualización y revisión, esta dice: “El plan de autoprotección tendrá vigencia indeterminada; se mantendrá adecuadamente actualizado y se revisará, al menos, con una periodicidad no superior a tres años”.

Está bien. Si llegamos a establecer un sistema que recopile toda la documentación que iremos registrando, me atrevería a decir que lo podríamos tener actualizado todos los años, y no esperar cada tres para llevarlo a cabo. Y más aún, si pudiéramos digitalizar todos los procesos, nos facilitaría todavía más nuestra labor.

También dice que para evaluar los planes de autoprotección y asegurar la eficacia y operatividad de los planes de actuación en emergencias se realizarán simulacros de emergencia, con la periodicidad mínima que fije el propio plan, y en todo caso, al menos una vez al año evaluando sus resultados.

Simulacros de seguridad

Los simulacros… ¡qué decir de ellos! Llegados a este punto parece que la cosa se complica al pensar en la imposibilidad de realizarlos (lo digo en el caso de hospitales) por la complejidad que a priori se nos plantea. Claro, como quiero hacer un simulacro total…

¿Pero qué dice la Norma Básica de Autoprotección al respecto? Esta establece que “los simulacros implicarán la activación total o parcial de las acciones contenidas en el plan de actuación de emergencias”.

O sea, no nos está obligando sí o sí a que sean simulacros totales. Mi opinión es que, como mínimo, hagamos uno. Pero mejor hacer tantos parciales como podamos para poder testear los diferentes procedimientos de actuación que tengamos descritos en nuestro plan de autoprotección.

Siempre podremos sacar mejores conclusiones probando nuestro plan de autoprotección parcialmente, ya que un solo fallo en la cadena de avisos de un procedimiento, como por ejemplo en el caso de la activación de una alarma de incendio, afectaría al resto de procedimientos y, en conclusión, a los tiempos de respuesta y resolución del incidente.

Hablando de los fallos que se detectan en el desarrollo del simulacro, la mayoría son debidos al factor humano. Aun teniendo los procedimientos descritos y aprendidos, es posible que, por la dinámica del desarrollo del ejercicio o porque se es consciente de que se trata de un simulacro, se produzcan errores en la cadena de avisos. Por eso considero muy útil –ya lo he comentado anteriormente– la digitalización de dichos procesos, que garantizarán el éxito del ejercicio.

Además, en los simulacros, resulta importante hacer partícipes a otros organismos externos, y con preferencia a los bomberos. En nuestro caso, en el plan de autoprotección del Hospital Universitario Son Espases disponemos de un protocolo de aviso, recepción y acompañamiento para los bomberos.

En él se detallan la secuencia de llamadas, los puntos de recepción y la ubicación de las zonas de mayor riesgo dentro de nuestro recinto. Todos los años organizamos visitas guiadas para recorrer y reconocer todas las zonas de riesgo descritas en dicho protocolo, con cada uno de los ocho retenes de bomberos de Palma. En cada una de las visitas testeamos a modo de simulacro parcial la secuencia de aviso y recepción descrita en el protocolo y quedan registrados y documentados como simulacros parciales realizados en el año correspondiente.

Ahora toca rizar el rizo. ¿No creéis que si redactáramos nosotros como técnico competente para la elaboración de planes de autoprotección este documento vivo, que nos servirá de herramienta de gestión de seguridad, sería una verdadera herramienta de gestión de seguridad? Si somos capaces como directores de seguridad de elaborar un plan de protección física, un plan de protección específico o un plan de seguridad del operador, ¿no lo vamos a ser para un plan de autoprotección?