Ramon Maria Bosch_Coordinador del Comité de Fabricantes de Equipos para Incendios Forestales de Tecnifuego
Ramón María Bosch Coordinador del Comité de Fabricantes de Equipos para Incendios Forestales Tecnifuego

Incendios forestales de sexta generación: un nuevo tipo de incendio que ha llegado para quedarse

Incendios forestales

Imagen de un Incendio forestal desde una perspectiva aérea.

La forma en la que arden los bosques está evolucionando. El cambio climático, la sequía intensa, el abandono rural y el propio desarrollo de los incendios obligan a realizar modificaciones en las políticas y estrategias de defensa contra los incendios forestales que incluyen a las poblaciones cercanas a los propios bosques.

Este análisis nos lleva a los primeros meses del año, en pleno invierno, en los que se produjeron centenares de incendios forestales en el norte de la Península (Asturias, Euskadi y Cantabria), los cuales han destruido miles de hectáreas de masa boscosa y han puesto en alerta durante días tanto a los servicios de extinción como a la población.

Si en invierno tuvimos este panorama, ahora con el verano estamos muy preocupados por el desarrollo, virulencia y rapidez con los que se están produciendo gravísimos incendios. Un ejemplo lo tenemos en el que se ha desatado en Tarragona, en Torre de l’Espanyol y Ribera d’Ebre, con 6.000 hectáreas quemadas en menos de dos días, vecinos evacuados o confinados en sus casas, carreteras cortadas y los servicios de emergencias trabajando con la máxima intensidad. Igualmente, el de Castilla-La Mancha (Toledo y Almorox), propagado a la Comunidad de Madrid (Cadalso de los Vidrios, Cenicientos…), ha presentado situaciones de gran virulencia y riesgo para los ciudadanos en las que se han vivido escenas muy preocupantes con urbanizaciones, pueblos y campings evacuados, 500 efectivos trabajando sobre el terreno (bomberos, Unidad Militar de Emergencias, Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales, etc.) y más de 4.000 hectáreas arrasadas por el fuego. El incendio de Cadalso es el más importante ocurrido en la Comunidad de Madrid desde el declarado en Robledo de Chavela y Valdemaqueda en agosto de 2012, con 2.000 hectáreas quemadas.

Propagación

En estos primeros y graves incendios de verano detectamos una inusual rapidez en la propagación. En Tarragona, en solo seis horas el incendio había arrasado cerca de 2.000 hectáreas, y el potencial detectado preveía hasta las 20.000. Estos incendios extremos entran dentro de lo que se denomina sexta generación, y son parte del cambio climático, diagnosticados a raíz del estudio de los grandes incendios de 2017 (Portugal y Chile). Son incendios que liberan grandes cantidades de energía, por lo que generan nubes convectivas a capas altas de la atmósfera (los pyrocumulonimbus) que, a través de procesos de downdraft o colapso de la columna convectiva, van a alimentar su crecimiento errático y sorpresivo. Este fenómeno hace que el frente llegue a consumir más de 4.000 hectáreas a la hora. Por ejemplo, en Chile lo hicieron a 8.000 hectáreas a la hora y en Portugal llegaron a consumir 10.000 hectáreas a la hora.

Ante este tipo de incendios la reacción debe ser rápida y unánime. Por lo tanto, se ha de seguir el planteamiento de los numerosos expertos que están alzando la voz para reclamar a las autoridades nuevas políticas en la gestión de los montes (prevención) y en la protección civil, haciendo un seguimiento sobre la implementación de los planes de autoprotección y una gran campaña de concienciación a la sociedad sobre esta necesidad de autoprotección, como por ejemplo la limpieza de las áreas de interfaz urbano-forestal, la instalación de hidrantes que aporten un buen caudal de agua en caso de necesidad, ignifugar áreas perimetrales y las propias viviendas y, por supuesto, extremar las precauciones en situaciones de riesgo, como quema de rastrojos, barbacoas, etc.

Otro aspecto que necesita una rápida revisión es la legislación sobre medidas de protección y extinción en la interfaz-urbano forestal. Desde Tecnifuego llevamos años planteando la necesidad de reglamentos de protección contra incendios forestales en la interfaz y en urbanizaciones cercanas a bosques, tanto en la protección activa (hidrantes, BIE, extintores, detección…) como en la protección pasiva de los edificios: reacción de los materiales (que no ardan o tarden en arder) y su resistencia para que no colapsen y pueda haber evacuación, zonas confinadas y protegidas durante las horas que puedan tardar los equipos de rescate, etc.

Las empresas especialistas en la materia contribuyen con sus investigaciones y desarrollos a que el personal de extinción y los ciudadanos dispongan de las medidas adecuadas para la protección de sus urbanizaciones, viviendas y la extinción de los incendios forestales.

Incendio bosque
Incendio de un bosque

Medios y equipos

Algunas de las medidas y equipos que se pueden utilizar en este sentido son:

  • Redes de hidrantes: La mayor necesidad de los servicios de extinción en un incendio forestal es la disponibilidad de agua en la zona del incendio para que puedan recargar sus equipos. Por ello, se recomienda la instalación de redes de hidrantes en las urbanizaciones y zonas habitadas colindantes con masas forestales para que, en caso de incendio, los bomberos y los equipos de intervención puedan recargar sus vehículos y proteger más adecuadamente estas zonas de alto riesgo.
    Una alternativa es usar agua reutilizada. Así, la reserva disponible para la extinción de incendios será menos dependiente de los otros consumos circunstanciales.
  • Mangueras y lanzas: Mangueras y lanzas desarrolladas atendiendo a las necesidades de los servicios de emergencias. En concreto, mangueras resistentes al calor y a la abrasión para el transporte de distintos caudales de agua, con pequeños radios de curvatura y que minimizan las pérdidas de carga; y lanzas selectoras de caudal con la posibilidad de seleccionar caudales pequeños, de bajo mantenimiento y que cumplan la norma europea de lanzas EN 15182.
  • Nuevos vehículos contra incendios: Camiones de última generación con categoría G (todo terreno), los cuales permiten a los cuerpos de bomberos llegar y transportar sus equipos y reservas de agua por zonas de difícil acceso. Estos vehículos están equipados, entre otros elementos, con potentes bombas capaces de alcanzar presiones de agua de hasta 20 bar en baja presión y hasta 40 en alta presión. Entre su material cuentan con mangueras de incendios para uso profesional y servicio duro, de elevada resistencia a las extremas condiciones de este tipo de incendios, y con lanzas de caudal regulable, con posibilidad de bajos caudales, monitores telemandos desde interior de cabina para el ahorro de agua, etc.
  • Retardantes/aditivos para evitar la propagación: Los retardantes son productos aditivos que mediante mecanismos químico-físicos pueden demorar el avance del fuego e incluso llegar a pararlo si su intensidad lo permite. Se han realizado avances en el sector a corto plazo con la optimización de espumógenos, aditivos para agua, etc., que optimizan la capacidad enfriadora de la misma, de forma que se consiguen unos tiempos de extinción muy notables y se dificulta la reignición y el avance del incendio en las áreas tratadas durante un corto período de tiempo. Además, son biodegradables, no corrosivos y cumplen con la directiva europea 2006/122, libre de sulfonato de perfluorooctano. Permiten la protección de amplias áreas, ayudando a confinar el fuego en su perímetro y dificultando su penetración en ellas, lo que puede ser de gran ayuda en las labores de evacuación y reorganización.
    Las nuevas líneas de investigación han conseguido que, con un porcentaje desde el 0,1 al uno por ciento, se reduzca la tensión superficial del agua, facilitando su penetración, mejorando el tiempo de enfriamiento de la masa vegetal y, al mismo tiempo, produciendo un efecto de sellado que puede extinguir el foco de incendio.
    De igual forma se pueden aplicar con medios manuales, terrestres y aéreos sin necesidad de cambiar de producto, solo el elemento de aplicación. La realización de cortafuegos es otra posibilidad, así como la creación de escudos de refrigeración y protección a las brigadas de intervención.
  • Técnicas de simulación: A través de la que se denomina simulación de incendios, mediante FDS (Fire Dynamics Simulator), se pueden utilizar las técnicas y herramientas de simulación de incendios más avanzadas para investigar fuegos producidos, analizar y/o verificar riesgos de zonas concretas e incluso estudiar cuál es la efectividad de los medios de protección en caso de incendio forestal.
  • Drones: Estos nuevos vehículos aéreos pueden distinguir las llamas a 300 metros de altura. Llevan implementada una manguera con boquillas adaptadas y se controlan a distancia. En general, el funcionamiento es manual, pero también puede ser automático. Además, están adaptados para el trabajo nocturno, actuando como una herramienta de trabajo para los bomberos, e incluyen sistema de localización de helicópteros.

Como hemos reflejado, las empresas especializadas en extinción estamos investigando nuevas formas más eficaces de atajar los incendios. Es necesario también que la legislación y las políticas y estrategias de defensa contra los incendios forestales cambien para hacer frente a estos peligrosos incendios que ya tenemos presentes. Una gran campaña de concienciación a los ciudadanos, la exigencia del plan de autoprotección a todas las poblaciones cercanas a bosques y la implementación de medios adecuados para la extinción son algunas de las respuestas que se deben dar con agilidad y entereza dada la amenaza que tenemos encima, y cuyo pronóstico de futuro no da muestras de mejora, sino todo lo contrario. Ahora más que nunca: todos contra el fuego.

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