Seguridad aeropuertos VI Conferencia Sectorial de Seguridad Aeroportuaria

La aviación civil se enfrenta a su peor crisis

La aviación civil vive un drástico descenso de su actividad, lo cual ha llevado a esta industria a la peor situación que se recuerda. Los actores del sector se han visto obligados a compaginar medidas de seguridad específicas, adaptarse a la normativa y afrontar una crisis de negocio. Todo ello debido al impacto que está teniendo la pandemia del COVID-19 en la aviación, el cuál fue analizado desde diferentes perspectivas en la sexta Conferencia Sectorial de Seguridad Aeroportuaria, que este año se celebró en modalidad on-line con más de 500 inscritos.

VI Conferencia Sectorial de Seguridad Aeroportuaria
Por E. González y J. S. Arenas

La aviación civil está inmersa en una de las peores crisis de su historia a consecuencia del COVID-19. La pandemia llegó a paralizar la práctica totalidad del transporte aéreo, especialmente el de pasajeros. En nuestro país, según los datos de Aena, el tráfico aéreo ha disminuido un 69,3 por ciento en este periodo de coronavirus. Lo cual no ha sido óbice para que los aeropuertos españoles hayan tenido que adaptar sus medidas de seguridad a la situación de “nueva normalidad”, desde los protocolos hasta las tecnologías de inspección de equipajes y personas.

No cabe duda de que, como mencionó Ana Borredá, presidenta de la Fundación Borredá, la pandemia “ha impuesto e impondrá nuevas medidas para que los aeropuertos sean seguros”. De ahí que este año la sexta Conferencia Sectorial de Seguridad Aeroportuaria dedicara buena parte de su tiempo a analizar de qué manera ha modificado el virus la seguridad de la aviación.

Es ese sentido, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha liderado la adaptación de los aeropuertos españoles a la realidad que vivimos desde principios de año, para que los pocos vuelos que se producen sean seguros. “El sector está sufriendo intensamente, pero todos los informes indican que cuando la amenaza que nos atenaza desaparezca, la aviación volverá a su dinamismo y nos permitirá viajar y disfrutar del mundo una vez más”, manifestó con esperanza la directora de la AESA, Isabel Maestre, durante la inauguración del evento.

Maestre consideró que, si bien el sector aéreo atraviesa “la mayor crisis de su dilatada historia”, la situación actual debe marcar el “punto de partida desde el que recuperar la actividad desde un punto de vista amplio”. Para la responsable del organismo, esa vuelta a la normalidad de la aviación debe “sentar las bases de un nuevo transporte aéreo que garantice la seguridad y tenga menos impacto para los pasajeros”.

La directora de la AESA quiso reconocer “el esfuerzo de las autoridades reguladoras y de la industria por el trabajo realizado en este momento de incertidumbre, en el que ha sido necesario innovar para hacer posible la seguridad y causar el menor impacto en la ciudadanía”.

Con estas palabras arrancó la sexta Conferencia Sectorial de Seguridad Aeroportuaria, que organizó en modo virtual la Fundación Borredá el 18 de noviembre, y tuvo más de 500 inscripciones. El encuentro contó con la colaboración de AESA y Seguritecnia, así como el patrocinio de las empresas Cotelsa, Tecosa, Target Tecnología y Axis Communications.

Normativa AVSEC

Uno de los aspectos que más han influido para adaptar la seguridad aeroportuaria a la pandemia ha sido la normativa AVSEC (siglas del inglés Aviation Security). Al respecto, la Unión Europea ha desarrollado diversos estándares con un enfoque armonizado para evitar los contagios de COVID-19. La idea es “que haya una coordinación y planificación para restaurar la confianza en que volar sigue siendo seguro”, explicó David Nieto, director de Seguridad de la Aviación Civil y Protección al Usuario de la AESA.

Uno de los documentos fundamentales aprobados durante la pandemia fue un protocolo de guías operacionales para la gestión de pasajeros y personal de aviación. Se trata de “directrices europeas para gestionar la crisis”, aprobadas por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), en coordinación con el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades, explicó Nieto.

No obstante, dichas guías eran solo recomendaciones a las que debían adaptarse los Estados miembros de la Unión Europea. Al respecto, España creó una estructura de órganos para dar respuesta a la pandemia de manera eficaz, en la que AESA ha tenido el liderazgo. Las guías europeas se incorporaron a la normativa española mediante el Real Decreto-Ley 26/2020, de 7 de julio, de medidas de reactivación económica para hacer frente al impacto del COVID-19 en los ámbitos de transportes y vivienda, así como la Resolución de la AESA, de 9 de julio, para la publicación de directrices operacionales para la aviación civil.

“Este esquema nos permite trasponer las recomendaciones europeas en obligaciones, a la vez que tenemos un mecanismo flexible para adaptarnos a la situación de la pandemia y a las exigencias de los acontecimientos”, aclaró el representante de AESA.

Nieto también destacó que el Comité Español de Facilitación del Transporte Aéreo participa en el modelo de gestión que se ha desarrollado frente a la pandemia, “como mecanismo para la gestión de la crisis y órgano coordinador para acordar las medidas sanitarias a aplicar en el transporte aéreo”.

RPA como amenaza

La pandemia acapara actualmente la atención, pero la aviación civil también se enfrenta a las amenazas tradicionales y otras más novedosas. Una de ellas es la utilización de RPA (Remotely Piloted Aircraft) para cometer actos de interferencia ilícita. Ya se han dado casos en los que los drones han servido como herramienta para paralizar el tráfico aéreo mediante vuelos no autorizados.

Carolina Goy, asesora técnica del Programa Nacional de Seguridad para la Aviación Civil de AESA/ISDEFE, explicó que el primer suceso de resonancia en Europa se produjo en el aeropuerto londinense de Gatwick, en diciembre de 2018, cuando las autoridades británicas detectaron en pocos días dos sobrevuelos no autorizados que afectaron a más de mil vuelos de aviones.

Tras dicho incidente, el Comité Nacional de Seguridad en España planteó la necesidad de establecer una estrategia nacional para responder a este tipo de delito. “Una de las acciones fue elaborar un protocolo de respuesta antidrones en el entorno aeroportuario, optimizando la respuesta, la coordinación y las medidas a tomar para mitigar el impacto operacional y agilizar el restablecimiento de las operaciones”, apuntó la ponente.

Tal como enumeró Goy, el protocolo incluye un análisis de riesgos, un procedimiento de respuesta coordinada, la adopción de medidas frente al impacto operacional, el restablecimiento de las operaciones, la implantación de tecnologías antidrones y un soporte normativo.

Por otro lado, el protocolo establece una secuencia de actuaciones coordinadas entre diversos actores, que comienzan con la notificación del avistamiento. Seguidamente se valora la amenaza, se establecen medidas de carácter técnico operativo, intervienen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FCS) para el seguimiento e identificación del piloto y, una vez solucionado el incidente, se restituye el servicio.

Tal como destacó la representante de la AESA, “cualquier ámbito de respuesta requiere la integración de medidas Safety y Security”, además de la “adecuada actuación de todos los actores de la aviación y las FCS”.

Amenaza interna

Otra de las grandes amenazas a la aviación civil es la interna. Sobre este problema, Cándido Guillén, jefe del Servicio de Normativa AVSEC de la AESA, expuso varios ejemplos en los que personal interno facilitó la comisión de crímenes como ataques terroristas, destrucción de aeronaves o tráfico de armas. “Todos estos incidentes están obligando a las autoridades a reevaluar nuevos riesgos y a reforzar los protocolos de seguridad en los aeropuertos”, aseguró en su intervención.

Sin embargo, este tipo de amenaza es un riesgo muy difícil de detectar. De hecho, para el representante de la AESA, las tendencias en las amenazas internas son muy heterogéneas y dispares. Sobre todo, porque simbolizan distintas motivaciones del empleado: son trabajadores que ignoran las políticas de seguridad, que están reclutados por terceras partes, que están descontentos o que, simplemente, son maliciosos. “Prácticamente todos los que tenemos funciones en el transporte aéreo podemos representar una amenaza interna”, advirtió Guillén al respecto.

Por todo ello, resulta imprescindible establecer una serie de medidas de seguridad. Según el ponente, ante la dificultad de identificar y prevenir estas amenazas, sobre todo porque en multitud de ocasiones son invisibles a las soluciones tradicionales, los aeropuertos deben implementar un sistema que integre herramientas físicas y de inteligencia: controles de accesos, inspección de empleados y en zonas próximas a las aeronaves, verificación de antecedentes, etc.

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