Usted forma parte de la Policía Municipal de Madrid desde hace más de 40 años. ¿En qué sentido ha evolucionado más el cuerpo desde que entró como agente hasta ahora que es jefe superior?
La Policía Municipal de Madrid ha ido adaptándose a las necesidades de la sociedad en función de las problemáticas que han ido surgiendo. Yo entré en el cuerpo en 1982 y, desde entonces, he visto toda la transformación tanto del comportamiento como de la propia cultura de la organización. En aquel entonces, la estructura estaba muy enfocada al guardia con la porra, muy vinculado al vecindario, al comercio o al tráfico, pero con una escasa demanda por parte del ciudadano para proteger las libertades. Han pasado 43 años y, tanto por obligación legislativa como por necesidad social, la Policía Municipal se ha tenido que ir adaptando a las nuevas demandas sociales.
Yo he tenido el privilegio de haber pertenecido a Unidades de Seguridad Ciudadana y he visto cómo hemos tenido que adaptarnos a hacer detenciones, realizar investigaciones de paisano… No obstante, hoy en día permanece esa esencia de proximidad y cercanía al ciudadano, la cual no debemos perder.
Ahora, nuestro esquema de trabajo se tiene que adaptar desde el campo de las nuevas tecnologías hasta la metodología de gestión del equipo. Mi concepción del trabajo se basa en la mejora continua en función de la evolución de los acontecimientos que afectan a las ciudades, lo cual nos obliga a capacitarnos y actualizarnos cada vez más para estar preparados.
¿Qué áreas o funciones han ganado más peso en los últimos años en la estrategia de la Policía Municipal de Madrid, derivado precisamente de esa evolución para adaptarse a los retos actuales?
La principal línea estratégica que seguimos es la que marca la propia corporación municipal, que consiste en hacer una ciudad segura y saludable. Con lo cual, ponemos el foco en esos dos adjetivos. Hacemos una ciudad segura con la estructura policial y saludable con la innovación tecnológica y la calidad.
Si bajamos a un nivel más táctico, hoy en día hacemos una apuesta muy fuerte por los llamados “agentes tutores”, que trabajan mucho en el ámbito escolar con la infancia. Por otro lado, también hacemos una apuesta muy potente en materia de colaboración con el resto de fuerzas y cuerpos de seguridad, buscando una coordinación más esencial. En este punto, además, podemos sumar el deseo de una colaboración más institucionalizada, estructurada y canalizada con la seguridad privada; porque si parte de la estrategia general es la inteligencia, no podemos desestimar esa información intercambiada con ese otro ámbito de la seguridad
En tercer lugar, llevamos a cabo una labor muy importante y costosa desde el punto de vista presupuestario con la innovación tecnológica, la incorporación de inteligencia artificial, los DEC [pistolas de impulso eléctrico], RPA…
«La convivencia es el primer escalón sobre el que tenemos que trabajar para que no haya disrupciones a esferas más altas»
¿Cuáles son las principales preocupaciones y problemáticas que se encuentran en su labor de seguridad ciudadana?
Partiendo de los datos objetivos, tenemos que trabajar mucho en la percepción de seguridad del ciudadano. Actualmente tenemos el problema del influjo de los diferentes canales de información que hay, que es un reto para la seguridad. Me refiero al influjo de las fake news y la desinformación, que puede estigmatizar zonas, identidades o situaciones.
Además, no podemos olvidar que, como gran ciudad y capital de uno de los principales países de Europa, estamos dentro de los parámetros de riesgo del esquema nacional de seguridad. Tenemos las amenazas relacionadas con la inmigración, el cambio climático, la corrupción, el yihadismo… sobre las que tenemos que trabajar.
Por ejemplo, tenemos que estar alerta de los movimientos migratorios por los efectos que esto pueda tener en la convivencia. Partimos de que la seguridad nacional consiste en mantener el orden y procurar que la convivencia no altere ese orden. La convivencia es el primer escalón sobre el que tenemos que trabajar para que no haya disrupciones a esferas más altas.
Las policías, en general, se enfrentan habitualmente a la escasez de agentes para hacer frente a los retos de seguridad. En el caso de la Policía Municipal de Madrid, ¿qué elementos permiten una mayor eficiencia para proteger a los ciudadanos y la ciudad de Madrid, de manera que no se perciba en la calle?
Si cada vez tenemos más población en las ciudades y, como consecuencia de ese aumento y de la diversidad que existe nos enfrentamos a más amenazas, tendremos que incrementar el capital humano. Actualmente tenemos un déficit de personal, pero se supera gracias a que contamos con el sobreesfuerzo e implicación de nuestros excelentes profesionales que tenemos en la Policía Municipal de Madrid. Por ejemplo, en las situaciones de altas aglomeraciones, donde sabemos que existen amenazas latentes, tenemos que hacer un sobreesfuerzo para proteger a los ciudadanos.
Pero no es normal que se jubilen 200 policía y solamente podamos incorporar a 225; esto supone un incremento mínimo en una plantilla de 6.000 agentes. Hacer procesos selectivos continuamente sin que se genere un incremento perceptible, implica tener que hacer ese sobreesfuerzo para que no se note en la calle.
Desde que asumió la jefatura del cuerpo, usted ha puesto énfasis en la necesidad de una evolución tecnológica de la Policía Municipal de Madrid. ¿Cómo están avanzando en este sentido y cuáles son los factores que están impulsando ese trabajo?
El principal factor que lo impulsa es la voluntad, pues hemos sido capaces de convencer a los órganos directivos de que la implementación de la tecnología puede sustituir, en muchos casos, la infracantidad de capital humano.
La Policía Municipal de Madrid ha hecho una apuesta decidida por la tecnología, dándole el aporte presupuestario necesario. El objetivo es pasar de tener bases de datos desestructuradas, sistemas de información inconexos, poca integración de la información, poco gobierno del dato y poca accesibilidad tecnológica, a conseguir la figura del “policía conectado”. Esto es, que todos y cada uno de los agentes puedan ejercer sus funciones (sancionadoras, videográficas, de información…) a través de un sistema de información, para lo cual llevarían como soporte un repositorio de información integrado que permita gobernar el dato y aprovechar la inteligencia artificial para hacer la prospectiva que necesiten.
También estamos avanzando con el aporte de la tecnología grupal que se encuentra en los drones, en el circuito cerrado de seguridad (CCTV) desplegado en vía pública, en los vehículos policiales o en las cámaras de los propios agentes cuando van dotados del DEC.
¿En qué van a consistir, concretamente, estos últimos proyectos que comenta?
En lo que se refiere a las cámaras de seguridad en vía pública, contamos con un sistema que nos permite establecer el marco geográfico donde sería bueno instalar cámaras a partir de los datos objetivos de inseguridad en determinadas zonas de la ciudad. Este CCTV permite llevar a cabo tres funciones: prevenir, para intentar ejercer una función disuasoria; reaccionar, porque tenemos operadores visualizando cámaras y ante cualquier necesidad puede focalizar las cámaras y ejecutar una acción si sucede un hecho; y esclarecer hechos delictivos a través de la investigación.
En relación con los drones, dado que no somos capaces de quebrar la tasa de reposición con la incorporación de más agentes, la tecnología de visualización en espacio aéreo nos permite mover a los efectivos en función de las imágenes que nos llegan. Esto, por ejemplo, es muy útil en situaciones donde hay una gran multitud, porque nos permite economizar el porcentaje de efectivos que destinamos. Como todas las policías, y en los municipios todavía más, estamos muy vinculados a las emergencias, y los drones nos son también muy útiles en estos casos.
«Las policías locales trabajamos en un marco de inseguridad jurídica elevado, porque hay una corresponsabilidad en ciertas tareas con otros cuerpos, pero no tiene un sustento normativo»
¿Cómo definiría la colaboración con otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FCS) y también con la seguridad privada?
Las relaciones han sido, son y serán excelentes. Sin embargo, tenemos que hacer norma lo que es normal, porque las policías locales trabajamos en un marco de inseguridad jurídica muy elevado. Lo digo porque hay ciertas funciones que están singularizadas en alguno de los cuerpos y eso provoca una detracción de efectivos para hacer frente a competencias compartidas.
Es el caso de la seguridad ciudadana. En Madrid, la Policía Municipal saca más patrullas a la calle que la Policía Nacional, pero eso no quiere decir que yo distribuya mejor el trabajo, sino que el marco de competencias que tienen ellos hace que detraigan efectivos de otras cosas. No es que haya espacios desatendidos, sino que son compartidos e implican una corresponsabilidad. Si hay una corresponsabilidad funcional, normal, habitual, cotidiana, diaria, pero no tiene un sustento normativo, se crea cierta inseguridad jurídica.
Por ejemplo, en Madrid son innumerables las concentraciones o manifestaciones, y nuestros hermanos de la Policía Nacional no pueden dar cobertura a todos los espacios públicos. En esos casos nos tenemos que hacer cargo nosotros, si bien la ley dice simplemente que las policías locales “colaboraremos” en el mantenimiento del orden; pero colaborar no es tutelar. Por eso decía que es necesario intentar hacer norma lo que, de hecho, es cotidiano.
Usted se ha pronunciado en diversas ocasiones sobre esa necesidad de cambiar la legislación sobre FCSE y seguridad ciudadana. Además de lo que acaba de comentar, ¿en qué otros aspectos deberían variar el modelo en relación con las policías locales?
Las policías municipales del año 1982 teníamos mucha menos capacitación e integración en el sistema público de seguridad; pero la demanda ciudadana ha provocado que nos hayamos tenido que formar y actualizar a lo largo del tiempo para poder darle respuesta. Eso tendría que estar recogido legalmente, pues las policías con plantillas grandes hemos tenido que especializar a nuestros agentes a medida que los conflictos en las grandes ciudades se han diversificado.
Le pongo un ejemplo. Si la sociedad demanda que haya policía protegiendo las fiestas de distrito, lo que no es sostenible es que tengamos a los agentes protegiéndose del lanzamiento de objetos con las tapas de los cubos de basura. Está claro que hace falta formación, pero nuestro objetivo no es el orden público, sino mantener la convivencia tranquila.
«El reto de las policías locales sería hacer un estatuto básico a nivel nacional. No puede ser que los procesos selectivos sean diferentes en cada localidad y los perfiles de candidatos distintos»
La seguridad privada es hoy día un actor más del sistema de seguridad. ¿Cómo colabora la Policía Municipal de Madrid con este ámbito y cómo pueden mejorar la colaboración que existe actualmente?
Al igual que la Policía Municipal de Madrid ha cambiado con el paso de los años, también nuestra mentalidad ha evolucionado a la hora de entender que la seguridad privada no es un negocio, sino que es un miembro más del esquema de seguridad hacia el ciudadano. Hasta ahora, la Policía Municipal y la seguridad privada hemos colaborado de manera muy directa, pero se ha ejercido más a través de las relaciones personales.
Actualmente hay unos 8.000 policías nacionales y 6.000 policías municipales, pero en realidad no son 14.000 agentes en total porque si estamos juntos no sumamos, multiplicamos. Si a eso le añadimos la seguridad privada, posiblemente hagamos una ciudad donde se convive mejor.
Nuestra intención es buscar un programa que permita interactuar a los interlocutores de la seguridad privada con la Policía Municipal de Madrid para demandas bilaterales que unos u otros podamos tener. Ese es el deseo y el desarrollo que estamos realizando, que espero poder presentar en breve.
¿Hacia dónde debe orientarse el futuro de las policías municipales, en general, y concretamente la Policía Municipal de Madrid?
En este caso, hablo por mí, no como jefe superior de la Policía Municipal de Madrid. Creo que tiene que cambiar el esquema de seguridad en España. Solemos decir que tenemos poca policía, pero si sumamos el despliegue de los diferentes cuerpos, la tasa por cada mil habitantes supera con creces a cualquier país europeo de nuestro entorno. Eso quiere decir que somos excesivamente singulares.
El reto de las policías locales sería hacer un estatuto básico a nivel nacional. No puede ser que los procesos selectivos sean diferentes y los perfiles de candidatos distintos. Es decir, un policía de Madrid debería poder ser policía de Ceuta si tienen una formación y perfil común. Y ese estatuto básico tendría que dejar abierta una vía para que las policías de las grandes ciudades pudieran incrementar potencialidades o funcionalidades; pero no fundamentadas en un convenio que depende del responsable que está durante cuatro años en un sitio o en otro, sino en una norma legal que dé sustento y exija responsabilidad si no se cumple.