Seguritecnia 493

/ Enero-Febrero 2022 174 Artículo Técnico E n el término Inteligencia Artificial, la palabra “arti- ficial” no hace referencia a que la inteligencia sea falsa, sino que no es natural de un ser vivo. Más bien, se trata de una inteli- gencia creada por el ser humano para que la aplique una máquina. Las siglas AI, y su traducción al castellano IA, se han convertido en palabras de moda que engloban multitud de tecnologías que de alguna manera mejoran o com- plementan el trabajo humano y/o su ca- pacidad cognitiva. Podemos decir que una máquina está dotada de Inteligencia Artificial (IA) si hace lo siguiente: Recoge o absorbe datos. Interpreta y aprende de esos datos. Aplica el aprendizaje para ejecutar acciones. Estos bloques de construcción se ba- san en algoritmos, que son conjuntos de acciones encaminadas a resolver un problema. Podemos asimilarlo al desarrollo cognitivo y motor de un bebé humano. Cuando nacen, no saben distinguir lo que es un perro de un gato, no saben diferenciar al tacto si un objeto es de madera o de plástico, pero su cerebro está continuamente recogiendo datos, que aprende a interpretar en base a feedback del entorno y de sus propios sentidos. En el caso de las máquinas, al no tener sentidos, su principal mane- ra de interpretar los datos es a través de etiquetas. Por ejemplo: esto es una persona, esto otro es un perro; este re- sultado es correcto, este no. Historia de la IA En los años cuarenta y cincuenta del si- glo XX, científicos de diversos campos empezaron a hablar de la posibilidad de crear un cerebro artificial. Estudios de neurología de la época proponían que el cerebro está formado por una red de neuronas que emiten impulsos eléc- tricos binarios: impulso o no-impulso, 0 ó 1. Antes de esto, el científico Alan Turing había formulado su teoría de la computación, que decía que cualquier cómputo podía describirse de manera digital. La unión de estas y otras ideas de la época hace pensar que una má- quina puede hacer cómputos como un cerebro. En el verano de 1956 tuvo lugar, en Dartmouth College, una conferencia donde se reunieron los científicos in- mersos en esta vanguardista área de estudio. En este evento, John MacCarthy acuñó el nombre de inteligencia artifi- cial por primera vez en la historia. Por aquel entonces, las discusiones de los participantes quedaron en meros esbo- zos de ideas, pues no eran conscientes de la cantidad de datos y la capacidad de procesamiento requerida para poder dotar realmente de inteligencia a una máquina. Esa falta de capacidad de procesa- miento y de datos fue lo que obstaculizó el avance de esta disciplina, por lo que no muchos años después de aquella conferencia se produjo un periodo de estancamiento que se conoce como el “AI Winter” (invierno de la IA), que per- duraría hasta llegar al siglo XXI. El desbloqueo de esta área de estudio se produjo gracias a un cúmulo de pe- queñas mejoras incrementales y a dos hechos determinantes: La mejora en la capacidad de pro- cesamiento. Desde el IBM 7090, que ocupaba una habitación entera y podía realizar 100k flops, hasta los supercomputadores actuales, que superan los 200 petaflops, donde un petaflop es igual a 10 15 flops. Ojo, ¡que son 15 ceros! Internet ha permitido la creación de una cantidad de datos inimaginable en 1956, y además no para de crecer a un ritmo exponencial. Tal cantidad de datos ha permitido generar los datasets necesarios para trabajar con IA. Funciones y características de la Inteligencia Artificial F ernando G uillem C o -CEO de L anaccess

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