Joaquín Lorao
Joaquín Lorao Technical & Marketing Director Pefipresa

Si las estadísticas avalan la efectividad de los sistemas de PCI, ¿por qué a veces fallan?

Sistemas de PCI.

Incendio de la fábrica de Ybarra, en Dos Hermanas (Sevilla). Fuente: http://www.ybarrajuntemonos.es

Las estadísticas son esenciales para establecer buenas prácticas en seguridad contra incendios e incidir en la efectividad de los sistemas de PCI.

Sin ir más lejos, según el estudio de la National Fire Protection Association denominado U.S. Experience with Sprinklers, National Fire Protection Association report, 2017, los rociadores operaron en el 92 por ciento de los incendios en los que se daban las condiciones mínimas de desarrollo para su activación. Por otra parte, los rociadores que se activaron fueron efectivos y controlaron el incendio en el 96 por ciento de los casos. Sin embargo, en tres de cada cinco incidentes en los que los rociadores no operaron (59%), el motivo fue porque el sistema se encontraba inoperativo… Increíble, ¿verdad?

De hecho, en el periodo de 2018-2019 en España, el seguro abonó cada día una factura por daños ocasionados por incendios que ronda el millón de euros. De este modo, la factura anual para la reparación de los daños causados por el fuego ascendió a 422 millones, según los datos de las aseguradoras (fuente: UNESPA. ¡Fuego! El seguro y los incendios, año 2020).

Todo esto se resolvería con una buena planificación de visitas periódicas de mantenimiento a la par que una buena política de inspecciones. Algo que permitiría, a groso modo, un incremento evidente de la seguridad de las personas y los bienes, una disminución de costes asociados por incendio, evitar posibles paradas parciales/totales de la actividad, disminuir el daño al medio ambiente y un ahorro importante de costes a las compañías aseguradoras, entre otras cosas.

Ante un incendio no existe posibilidad de maniobra ni rectificación alguna. Si el sistema falla, las consecuencias pueden ser catastróficas

Garantía de seguridad

La inspección, el mantenimiento y un correcto diseño y ejecución de los sistemas de PCI resultan críticos para garantizar la seguridad de las personas y los bienes, a diferencia de otros sistemas como la climatización, ACS, electricidad, etc.

La gran diferencia con el resto de instalaciones reside en la finalidad: mientras que estas últimas están durante la mayor parte de su ciclo de vida útil en funcionamiento, los sistemas de PCI están en reposo y solo pasan a estar operativos durante las labores de mantenimiento o durante su uso o activación en caso de incendio, momento en el cual no hay margen de error.

Ante un incendio no existe posibilidad de maniobra ni rectificación alguna. Si el sistema falla, las consecuencias pueden ser catastróficas. Además, es importante considerar que, normalmente, las instalaciones de PCI trabajan en condiciones adversas, tales como altas temperaturas, riesgo de explosión, etc.

Desde el punto de vista del grado de seguridad global, es importante destacar que todos los sistemas de PCI, tanto en activa como en pasiva, son de vital importancia además de por su propia implicación, por su conexión entre sí, garantizando la eficacia del conjunto. En este sentido, englobados dentro de la protección activa, los sistemas de detección son los primeros eslabones de una cadena, seguidos de los de extinción. Estos trabajan conjuntamente y se interrelacionan entre sí en armonía con la protección pasiva. De esta manera, si un eslabón falla, la secuencia de actuación ante un incendio se verá gravemente perjudicada, afectando al conjunto de las fases necesarias para el éxito.  Por este motivo, la integridad de unos sistemas afecta al funcionamiento de otros y a su grado de eficacia en el objetivo para el cual han sido diseñados.

En la mayoría de los casos, los fallos más reiterativos y que suelen originar consecuencias más graves ante un incendio pueden ser fácilmente evitables llevando a cabo unas pautas de inspección y un correcto mantenimiento.

Sistemas de PCI.

Ejemplos a evitar

A continuación se detallan algunos ejemplos típicos de sucesos graves a evitar:

  • Los sistemas de detección y alarma suponen la parte de detección y comunicación de los sistemas previo a sus fases de control y supresión o extinción del incendio. Por consiguiente, la magnitud de los daños es directamente proporcional al factor tiempo. En base a esto, tener el sistema inoperativo puede desencadenar graves desenlaces, y, sin embargo, es muy dado que, ante las reiteradas averías en las centrales de incendios, y en consecuencia de la molestia del zumbador del propio panel, las personas afectadas por el aturdimiento del ruido suelen apagar la central, lo que origina que todo el sistema quede fuera de servicio. Las averías son indicadores de que el sistema puede estar fallando, y, por lo tanto, se deben atender y subsanar a la mayor brevedad posible.
  • En almacenes frigoríficos, con sistemas de extinción por rociadores del tipo seco, ante posibles activaciones accidentales por fallos humanos o en el sistema, se podría originar el llenado del sistema quedándose el agua congelada y atrapada en los ramales. Ante la dificultad que supone descongelar el almacén frigorífico, se dan casos en los que se dejan estos sistemas inutilizados. Para este tipo de riesgos, es más factible recurrir a otros sistemas innovadores. Por ejemplo, mediante su protección con sistemas de inertización basados en la reducción de oxígeno en el riesgo a proteger; protección activa en vez de reactiva.
  • Siguiendo en el ámbito logístico, en ocasiones se tiende a almacenar por encima de la cota máxima, así como variar el tipo de carga almacenada. Se deben respetar ambas vertientes según lo especificado en el proyecto de la instalación.
  • En el ámbito de la protección pasiva, ha de garantizarse la continuidad del sector de incendios en los puntos donde pueda verse comprometida, como son los pasos de instalaciones del tipo eléctrico, AACC, ACS, IT, etc. Los casos típicos donde podemos encontrar esta problemática son los patinillos de instalaciones, falsos techos, suelos técnicos, galerías de servicio… No tratar adecuadamente estos puntos se traduce en que el incendio no pueda ser confinado, ni a su vez ser controlado por los servicios profesionales de extinción; además de incidir negativamente en la eficacia de la actuación de los sistemas de protección activa en las labores de control y extinción por el agravante de la propagación en incendios desarrollados.
  • Por otra parte, es esencial prestar especial atención a aquellas salas que, aun siendo un mismo sector respecto a los espacios adyacentes, requieren de una determinada estanqueidad que permita una actuación eficaz de los sistemas de extinción por inundación total mediante agentes gaseosos. En estos casos, es imprescindible realizar las pruebas de estanqueidad “Door Fan Test”, que no siempre se llevan a cabo. Dicha prueba debería ser contemplada en la fase de estudio para poder comprobar que se cumplen las condiciones mínimas de estanqueidad permitiendo mantener la concentración de diseño durante el tiempo determinado según la norma para el agente extintor seleccionado, pudiéndose cuestionar la viabilidad de agente extintor elegido. No tiene sentido realizar grandes inversiones en sistemas de extinción por gas con inundación total sin saber si la sala cumple con los parámetros de retención de diseño.

Por último, no es casual que los sistemas de PCI, tanto en diseño como en instalación, contengan errores. En general, son sistemas complejos puesto que contemplan un rango de riesgos muy amplio. Es vital conocer al detalle tanto dichos riesgos como las diferentes soluciones a contemplar, sus particularidades y la correcta interpretación de la normativa para obtener un diseño e instalación ejemplar. En base a esto, la revisión del proyecto de la instalación debe ser el punto de partida esencial para las futuras inspecciones, sin olvidar el seguimiento de sus posibles modificaciones o ampliaciones, a lo largo del ciclo de vida útil de la instalación.