Casi dos años han pasado desde el inicio oficial de la pandemia, del comienzo de las restricciones. ¿Poco tiempo? Desde luego no me lo parece. Ha sido, está siendo, una larga travesía con un serio impacto en nuestro estilo de vida, en el modo en que nos relacionamos y en nuestras relaciones personales, sobre todo en las profesionales.
Mi percepción sobre el futuro oscila como las distintas olas de la pandemia. Y aunque aparentemente se acerca la calma, observo que tras el temporal todo habrá cambiado. Estoy convencido de que el impacto emocional, los cambios en los hábitos y las prioridades de las personas y de las empresas demandarán otra forma de hacer las cosas.
Así, en la nueva etapa, innovación y servicio deben ser el motor de desarrollo y crecimiento. Innovación en los sistemas y tecnologías, pero también en los procesos y modelos de servicio. Un paso necesario en el que el rendimiento de los sistemas de protección contra incendios sea contante y verificable.
Hace ya tiempo que creemos que las nuevas tecnologías de la información podían provocar cambios en la arquitectura de los sistemas de detección y alarma. De hecho, estos cambios se fueron produciendo en otros ámbitos, incluso en sectores críticos como la Salud, la Administración, el Financiero, etc. Sin embargo, la protección contra incendios (PCI), y en particular los sistemas de detección y alarma de incendios, se mantenían ajenos a esas modificaciones.
En relación con las TIC, este ha sido un sector poco innovador durante algún tiempo a raíz del inmovilismo que provoca una fuerte regulación y, tal vez, la voluntad de proteger el modelo tradicional del sector de la PCI.
Por otro lado, el freno a la renovación de normas armonizadas no ha ayudado mucho a la reconversión. Y entretanto, la Comisión Europea no define la futura CPR o revisa el mandato 109. La parálisis en la actualización normativa no hace más que acentuar el estancamiento y la confusión. Por ejemplo, Euralarm, en una nota de prensa del 2 de abril del año pasado, señalaba que de las 444 normas armonizadas desde la publicación del Reglamento Europeo de Productos de Construcción, tan solo se han publicado 12 nuevas normas.
Regulación
Mientras se resuelve este impasse sobre una CPR que debe adaptarse al futuro con vistas a la digitalización y la sostenibilidad, alguna regulación y el impulso de la industria europea y las asociaciones nacionales de soluciones de PCI han promovido una base sobre la que apoyar esta pequeña revolución.
Recordemos que la Comisión Europea aprobó la Directiva de Servicios 2006/123/CE con el propósito de garantizar la circulación de servicios, de eliminar las barreras que obstaculizan el desarrollo de las actividades y de fomentar el mercado competitivo mientras se mantiene la calidad de los servicios. Así, en virtud de su artículo 26.5, se desarrolló la UNE-EN16763 para la prestación de servicios de seguridad contra incendios y servicios de seguridad. Esta norma europea especifica los requisitos mínimos para los prestadores de servicios entre competencias, conocimientos y habilidades de su personal, independientemente de si dichos servicios se prestan in situ o de forma remota.
También el Real Decreto 513/2017 sobre el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (RIPCI), en su anexo II, acepta la conexión remota a un centro de servicios de mantenimiento. De esta manera se garantiza la integridad del sistema de detección y alarma, pero con la finalidad de facilitar tareas de mantenimiento y gestión del sistema, así como de proporcionar servicios añadidos a los ya suministrados por los sistemas automáticos de protección contra incendios.
Igualmente, se han desarrollado normas necesarias relacionadas con la prestación de servicios remotos. Es el caso de la norma EN 50710 como guía y requisitos para proveer los servicios de PCI y de sistemas de seguridad remotos, que ya ha sido aprobada. Tecnifuego ha editado, en este sentido, un documento para la gestión de los servicios remotos asociado a los de mantenimiento; un documento más amplio que la norma europea.
Pero la evolución en las normas no se queda ahí. El desarrollo de la serie EN 50136, que especifica los requisitos de transmisión de los sistemas de alarma, se está ampliando para dar respuesta a los modelos de gestión de la información actuales y a los que están por venir. Además, no tardará en aparecer la TS 50136-10, destinada a definir los requisitos que debe cumplir la infraestructura remota para servicios y procesos profesionales. No en vano, esta amplía su alcance para contemplar los requisitos que pueden exigir servicios desde la nube y el uso de soluciones del Internet de las Cosas (IoT).
Mejores servicios
Sin embargo, ninguno de estos cambios es casual. La voluntad de promover un mercado más competitivo, abierto y dinámico precisa de las herramientas necesarias para ofrecer mejores servicios y de mejor calidad. Esto podrá ser posible a través de las nuevas tecnologías de la información como ya lo hacen otros sectores.
Lo que hemos vivido estos casi dos años ha sido, de cualquier manera que se mire, imprevisible, muchas veces terrible y otras hasta épico. Pero con total seguridad transformará nuestros hábitos y prioridades y provocará una aceleración en la adopción de las nuevas tecnologías. De hecho, el momento ya ha llegado en el mantenimiento de los sistemas de protección contra incendios, destacando la gestión remota, las TIC, la gestión de datos y software en la nube, el uso del IoT y tal vez la Inteligencia Artificial, especialmente en entornos de alto riesgo o en la gestión de la evacuación.
La gestión remota aplicada a servicios de mantenimiento no solo es la gran oportunidad. Es un motor de crecimiento del sector y de una actividad −el mantenimiento de PCI− imprescindible, con mayor responsabilidad y exigencia técnica.
