En un contexto donde las amenazas a infraestructuras críticas son cada vez más complejas, Dorlet plantea una visión integradora de la seguridad, asimilándola al sistema nervioso humano. La seguridad debe comportarse como un organismo vivo, donde cada parte esté en sincronía y funcione de manera integral para detectar, analizar y actuar ante cualquier amenaza.
Este enfoque puede visualizarse a través de una analogía poderosa: el sistema nervioso humano. Al igual que nuestros órganos sensoriales recopilan información del entorno y el cerebro toma decisiones inmediatas para preservar el equilibrio del cuerpo, los sistemas de seguridad deben actuar de forma sincronizada, inteligente y precisa. Ya no solo depende de cámaras, sensores o alarmas, sino de una integración perfecta de todos estos elementos, donde cada uno actúa en armonía con el resto, de forma rápida y precisa.
Así como el cerebro procesa y distribuye la información a todo el cuerpo para tomar decisiones en segundos, un sistema de seguridad también debe ser capaz de integrar datos de distintas fuentes y con esa información orquestar una respuesta adecuada, en tiempo real.
El cuerpo sensorial: sistema nervioso de la seguridad
En esta arquitectura viva de la seguridad, el conjunto de sistemas distribuidos actúa como una extensa red sensorial que percibe y discrimina eventos a lo largo de toda la infraestructura. Este cuerpo perceptivo no se limita al control de accesos, sino que integra también sistemas de videovigilancia, intrusión, antiincendios, entre muchos otros.
Cada uno de estos elementos aporta información crítica, en tiempo real, sobre el estado del entorno: desde un intento de acceso no autorizado, hasta una fluctuación anómala de temperatura en una sala técnica o una intrusión perimetral en horario no operativo. Esta diversidad de estímulos, captados por tecnologías heterogéneas, requiere de una capacidad de integración que permita correlacionar eventos y activar respuestas automáticas.
En la práctica, esto se traduce en una gran capacidad de adaptación a las distintas zonas y requisitos de seguridad dentro de una organización. No todas las áreas requieren el mismo nivel de protección, ni tienen los mismos riesgos asociados. De hecho, Dorlet ha desarrollado un sistema de control de accesos modular y flexible, capaz de ajustarse de forma inteligente a los distintos niveles de sensibilidad y uso de cada entorno.
Por ejemplo, en las zonas de uso general como vestíbulos, pasillos o salas de reuniones, pueden requerir accesos ágiles mediante tarjetas de proximidad o credenciales móviles NFC, priorizando la comodidad. En cambio, en zonas restringidas, como laboratorios o salas de seguridad que exigen una autenticación más reforzada, se incorporan factores biométricos, multifactor o lectores de alta tecnología.
Para las diferentes situaciones, Dorlet ofrece lectores de última tecnología, como la gama EVOpass (10, 20, 40 y 80) o los sistemas Wireless (manillas y cilindros CX, candados…), que permiten verificar el acceso mediante tarjetas RFID, biometría, código o incluso NFC y BLE (smartphone), garantizando una respuesta más eficiente y personalizada.
No obstante, la capacidad del sistema de control de accesos no se limita solo a puertas o perímetros visibles. En muchos entornos de alta seguridad, existen espacios pequeños, pero igual de críticos, que requieren una protección precisa: taquillas personales, armarios técnicos o cajones con documentación clasificada o material privado. Dorlet también ofrece soluciones específicas para estos casos, aplicando el mismo principio: saber quién accede, cuándo y en qué condiciones, sin perder trazabilidad, control y supervisión total.
En entornos como los data center, por ejemplo, puede ser necesario limitar el acceso no solo a las salas de servidores, sino también a los armarios que contienen unidades de almacenamiento extraíbles. Cada apertura queda registrada, asociada al perfil del técnico y supervisada desde el sistema central. En un aeropuerto, el mismo criterio se aplica a taquillas de uso restringido para personal de seguridad o al acceso a compartimentos de control de equipajes: todo conectado, todo monitorizado.
Cada uno de estos elementos actúa como una terminación sensorial dentro de ese sistema nervioso extendido que es la seguridad. Sin embargo, proteger no es solo controlar quién entra o sale de un edificio, sino garantizar que cada rincón responda con inteligencia, precisión y fiabilidad.
El cerebro: DASSnet
Toda esta red sensorial y estructural no tendría sentido sin un centro de control capaz de interpretarla, coordinarla y optimizarla. Ese cerebro es DASSnet, el software de gestión integral desarrollado por Dorlet, y una de las plataformas más potentes en cuanto a integración, análisis y automatización de sistemas de seguridad.
Esta plataforma actúa como el sistema nervioso central: recibe información continua de todos los sistemas de seguridad presentes en la instalación (accesos, CCTV, alarmas, sensores…), lo que permite tener una visión global de todo lo que está ocurriendo dentro de la instalación, y coordinar respuestas automáticas e inteligentes en tiempo real.
Con capacidad para operar con bases de datos como SQL Server u Oracle, y un motor de eventos personalizable, DASSnet cuenta con un potente motor que automatiza respuestas ante eventos específicos. Por ejemplo, si se detecta un acceso no autorizado, el software puede activar automáticamente las cámaras cercanas, enviar alertas al personal de seguridad y bloquear accesos para contener la amenaza. Esta capacidad de respuesta minimiza el tiempo de reacción.
La plataforma asegura a todas las infraestructuras críticas una seguridad unificada y escalable para proteger a las personas e infraestructuras de entornos de alta exigencia como la energía, el transporte, las telecomunicaciones o la sanidad.
Seguridad garantizada
Tal y como ocurre con un diagnóstico médico que, valida el correcto funcionamiento del sistema nervioso, en seguridad es imprescindible garantizar la calidad del sistema con certificaciones que lo acrediten.
En este sentido, certificaciones como el Grado 4 en intrusión y control de accesos, ENS (Esquema Nacional de Seguridad) o el CSPN francés, auditado por ANSSI, todas ellas certificaciones con las que cuenta Dorlet, no son un simple trámite administrativo o un sello decorativo. Son el equivalente a un diagnóstico médico favorable, la prueba de que el sistema ha sido evaluado con los estándares más exigentes y que su capacidad de respuesta, resistencia ante ataques y fiabilidad han sido verificadas en escenarios reales.
Estas acreditaciones verifican la capacidad del sistema para resistir ataques, operar en escenarios críticos y cumplir normativas internacionales, aportando un valor diferenciador para quienes operan en sectores sensibles.
En Dorlet no concebimos la seguridad como una suma de tecnologías, sino como un organismo vivo, que evoluciona, se adapta y mejora. Como un sistema nervioso que, con un cerebro central como DASSnet, protege cada centímetro de nuestras infraestructuras con inteligencia, rigor y anticipación. Y todo ello, con la garantía de cumplir con las normas más exigentes del sector.
Porque en seguridad, como en salud, lo más importante es saber que estamos en buenas manos